
Una invitación para aplicar al puesto de facilitadora de lectura en el Rincón de Cuentos de Libros Para Niños en la comunidad La Colonia Agrícola Número Uno, en el municipio de Rancho Grande, departamento de Matagalpa, hace ocho años le cambió la vida a Vero Felicia Ochoa García, quien en ese momento tenía 21 años, una hija y sueños interrumpidos.
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Vero asistió al lugar pensando que no tenía vocación para ese trabajo, era tímida, pero soñaba con hacer otras cosas en su vida, más allá de cuidar el hogar. “Me invitaron para que hiciera una práctica en el Rincón de Cuentos, vieron la habilidad en mí y me eligieron, eso fue en 2014, tenía 21 años”.
Aprendió a leer cuando tenía 9 años y más adelante, cuando estaba en segundo año de secundaria, interrumpió los estudios para cuidar de su hogar.
Una vez que inició a trabajar en el Rincón de Cuentos, por consejo de su jefa decidió retomar los estudios. Al inicio, su esposo lo vio como una locura, pero rápidamente este se convirtió en su mayor apoyo junto con su madre Verónica, quien cuida de los niños cuando Vero asiste a la escuela.
“Este año termino la universidad”, dice Vero muy orgullosa de su logro.
Cuando aprendió a leer, el único libro que había en la casa de los Ochoa era la Biblia y Vero recuerda que lo leyó como mínimo tres veces. Las historias que más disfrutaba eran Primera y Segunda de Samuel, además de la historia de José.
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Después, a escondidas, leía unos libros sobre medicina natural y otros sobre sexualidad que su padre mantenía escondidos para que nadie se los dañara. Pero el placer de contar cuentos Vero lo heredó de Amara Araúz, su hermana mayor, quien le contaba historias muchas veces inventadas por ella misma.
Amara también trabaja contando historias a los niños en un hospital de la Managua, la capital del país.
Vero dice que los primeros tres meses en el Rincón de Cuentos fueron difíciles para ella, porque no estaba acostumbrada al ruido.
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“Era novata, sin experiencia, me han ido capacitando, (y) compartir experiencias con lectores, escritores, me ha ayudado a relacionarme, a socializar, inclusive a dejar la timidez que es una de mis características, creo que eso pasa cuando no hay letras en su cabeza, sentís que no tenés esa vocación, yo sentí que no la tenía, los primeros tres meses fueron difíciles, la bulla, no estaba acostumbrada, me daba dolor de cabeza, ahora esa bulla, ese contacto con los niños me hace falta”, cuenta.

En el Rincón de Cuentos de La Colonia Agrícola Número Uno en Rancho Grande, Matagalpa, Vero Felicia Ochoa García atiende a diario a los niños que llegan a leer y, para estimularlos, les lee en voz alta. © Mosaico CSI | Cortesía
Vero atiende a diario en el Rincón de Cuentos entre 40 y 50 niños, además realiza visitas a las escuelas cercanas en la comunidad donde hace lectura en voz alta y una serie de dinámicas para instar a los niños a leer. También atiende el Club de Lectura que cuenta con 16 miembros. En este último comparten experiencias y hacen recomendaciones de lecturas.
Después de pasar el día en su trabajo, Vero dice que busca el lugar en silencio en su casa para leer. “Yo soy lectora, estoy enamorada de la lectura, ese es mi pasa tiempo (…). Cuando era pequeña hostigaba a mi hermana para que me contara cuentos, ella hasta los inventaba, me hacía feliz, me contaba chistes y trabalenguas, mi papá también me contaba cuentos por las noches”.
Vero pasó cuatro años sin estudiar, pero asegura que nunca dejó de soñar, “siempre he considerado que mujeres y hombres podemos prepararnos y ver más allá, no hay que dejar de soñar, pero siempre hay que esforzarnos”.
Una vez que concluya la universidad Vero tiene planificado estudiar una maestría en Lengua y literatura.
Vero además de leer y ser promotora de lectura también escribe poesía, en su escritorio tiene en papales sueltos algunos escritos, pero solo para ella, ya que hasta el momento no se ha animado a compartirlos públicamente.
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En algunas ocasiones no ha faltado quien le diga que para qué estudia, sin embargo, Vero dice que no hay que ponerle mente a la gente que pone obstáculos. “Yo comencé a estudiar viendo el futuro, no miraba qué decía la gente, no hay que ver esos son obstáculos. Cuando me dicen ‘¿para qué estudias?’, yo les digo ‘porque quiero triunfar en la vida’, estoy triunfando, lo estoy logrando gracias a mi esfuerzo”, dice.
De niña, el cuento que más le gustaba era el de Haanzel y Grethel. “Pero mi hermana me contaba su propia versión y yo le creía, también recuerdo que mi hermana llevó de la escuela el cuento del Gato con botas, yo tenía unos seis años, no sabía leer, porque aprendí hasta que tenía nueve años, entonces miraba las imágenes y. yo lloraba porque pensaba que el dueño del gato se moría, pero era cuando el dueño se metía al agua y quedaba sin ropa”, recuerda.
Vero dice que su hija de 11 años es una pequeña lectora, pero lo que más les gusta junto a sus otros dos hermanitos es que ella les cuente los cuentos, “aunque esté cansada son cinco a seis cuentos que debo contarles, yo sé que cuando sean grandes van a tener una idea diferente de su madre, lo que hacía con ellos, es una experiencia maravillosa que van a recordar”.
Vero dice no tener un libro favorito, pero le gusta mucho leer a Gioconda Belli, Deborah Ellis, Benito Taibo entre otros. Para Vero la lectura es un placer que te lleva a otros mundos, te transporta a esos mundos fantásticos, mundos reales, donde hay pensamientos, sentimientos de los autores y van dirigidos a los lectores.
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