
El obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí, monseñor Rolando José Álvarez Lagos insistió este domingo 22 de agosto en que la Iglesia, siendo pueblo, “está para defender al pueblo”, criticando a “los poderosos del mundo” que se endiosan y viven ajenos a la realidad del pueblo.
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Monseñor Álvarez disertó en su homilía, en la catedral San Pedro Apóstol de Matagalpa, sobre el Evangelio dominical en el que los discípulos de Jesús se preguntaban quién podía hacerle caso, porque consideraban que su modo de hablar era duro. El obispo precisó que también es dura la forma en que habla la Iglesia.
“Este modo de hablar es duro y por eso los poderosos de este mundo no quieren escuchar la verdad sobre Dios, sobre el mundo y sobre la Iglesia”, enfatizó monseñor Álvarez en la parte final de su homilía.
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A los poderosos, según el obispo, no les gusta escuchar sobre Dios porque “normalmente quieren o pretenden sustituirlo, colocándose en su lugar, tomando las prerrogativas y derechos que solo le corresponden a Dios, como el derecho de la vida”.
“Llegan (los poderosos) a sentirse dueños de nuestra vida, pretenden que pensemos y actuemos como ellos y todo lo que disiente de tal postura es para ellos una lesión a la soberanía de la que ellos se han constituido jueces y dueños. Pretenden hablar en nombre de Dios y hasta hacerse su propia seudo religión”, agregó.
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Monseñor Álvarez continuó explicando que los poderosos tampoco escuchan sobre el mundo porque “pretenden ser el centro del mundo, se han creído sus propias verdades como las grandes verdades, y peor aún como verdad absoluta. Ellos son su propio mundo, viven en su propio mundo, ajeno al que vive el pueblo de dolor, sufrimiento, hambre, desempleo, exilio, migración”.
“Este lenguaje es muy duro, sí, porque los poderosos se crean su propia verdad y hasta se creen sus propias mentiras. Viven en un mundo surrealista, dicen medias verdades que son peores que las falsedades; se inventan aparentes verdades, dicen falacias y sofismas, es decir, mentiras con apariencias de verdad. Este lenguaje es muy duro, porque quisieran que la Iglesia fuera como los perros mudos, que la iglesia no hablara, no denunciara la injusticia; más aún, quisieran que la Iglesia les haga de cortesanos o que la Iglesia sea su cortejo, cuando la Iglesia no está para satisfacer los caprichos de nadie, solamente está para defender al pueblo por una sencilla razón, hermanos, porque la Iglesia es pueblo”, finalizó.
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