La Esquina de Salomón López hace más de un siglo estaba en los confines de Matagalpa y hoy es uno de los puntos de referencia más famosos para dar direcciones en la también llamada Perla del Septentrión.
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Hacia el oeste hubo un molino hecho con dos piedras circulares, era la salida de Matagalpa hacia Jinotega y punto de tránsito para las rutas hacia la antigua comarca El Tuma, ahora uno de los principales poblados del municipio El Tuma-La Dalia.
Salomón López fue un reconocido comerciante matagalpino y con su esposa Virginia Herrera establecieron una pulpería en una humilde casa de adobe, la que poco a poco fueron mejorando a medida que también crecía el negocio, gracias al punto estratégico que tenía.
Marcos Antonio Alvarado tiene 81 años y dice que cuando era niño iba a la tienda de don Salomón López, la que siempre estaba llena de compradores.
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“Eran cienes de mulas, de Salomón López media cuadra más para allá (al sur), hacia el hotel, nadie podía pasar de puras bestias afuera”, relata Alvarado.
La tienda de don Salomón López abastecía a los campesinos con abarrotes, ropa, alimentos y productos para el hogar. Según Alvarado, los finqueros de la zona de Cuatro Esquinas, en la carretera a El Tuma-La Dalia, podían tomarse varios días para llegar a Matagalpa y abastecerse de los productos que ofrecían en el negocio.
Ernesto López fue el primer nieto de don Salomón y doña Virginia. Ahora tiene 76 años y recuerda que los productores de las comunidades como Palcila y Llano Grande bajaban con cargas de distintos rubros, y su abuelo se las compraba. También les prestaba dinero a los campesinos para que cultivaran.
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Salomón López “era un señor chelote, alto, gordo, se mantenía en la caja registradora, de aquellas que le hacían así el número: ‘clin’… era un señor amable, yo me acuerdo que yo llegaba a comprar pan, maíz, era un almacén, había de todo allí”, recuerda por su parte Efraín Zeledón.
La esposa de Salomón López, Virginia Herrera, fue la dueña de la Floristería la Reyna que funcionaba en el mismo sector de la salida a Jinotega y comercializaba flores con comerciantes procedentes de Masaya.
Floristería La Reyna todavía persiste en Matagalpa y la dueña es Virginia Arguello López, una nieta de los López Herrera.
Por referencias y relatos de su mamá, Arguello cuenta que la bonanza de sus abuelos era tal que, a las 6 de la tarde, cerraban todas las puertas del local y “mi abuela se quitaba el delantal y daba vuelta a los reales en un canasto (grande, de los fruteros), pasaban horas y horas cuente que cuente el dinero”.
La viudez le llegó a don Salomón de una manera trágica. Arguello cuenta que el 8 de febrero de 1953, cuando la familia y vecinos andaban de paseo, desafortunadamente el camión en el que se movilizaban se volcó por la zona de Waswalí al tratar de evadir a un borracho que se les atravesó en el camino. Doña Virginia Herrera, su hija Inés y su nieto Frank, fallecieron en ese accidente.
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Arguello relata que en la década de los 80, los negocios cerraron “porque la familia empezó a emigrar y al morir mi abuelito mi mamá asumió el negocio (Floristería La Reyna), ya que en ese entonces dos de los hermanos ya habían fallecido: Ernesto y Domingo; y dos hermanas, Ángela y Reyna, vivían en Estados Unidos”.
Por varios años, la casa donde funcionaba la tienda, fue un local de alquiler, cuyas dueñas eran las hermanas Ángela y Reyna López; sin embargo, se lo vendieron después a Xiomara Alvarado, actual propietaria de la famosa esquina de Salomón López.
Arguello relata que su abuelo Salomón López murió de 77 años en 1983.
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