En Sabana Grande son famosas las redonditas, crujientes y aromáticas rosquillas hechas con maíz y cuajada, materia prima que también es producida en esa comunidad del municipio de San Rafael del Norte en el departamento de Jinotega.
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La familia de María Agustina Altamirano y Alfonso Velásquez se dedica a este oficio desde hace 30 años.
“Como yo me crié con mi abuelita, Agustina Mairena, aprendí a hacer este pan. Ella nos levantaba a la una de la mañana, primero a nesquezar el maíz, después a mandarnos a San Rafael (del Norte) a moler el maíz”, explica Altamirano.
Esta mujer de ojos claros dice que comenzó una arroba de maíz en el horno de su suegra. Las rosquillas tuvieron alta demanda y dejaban buena ganancia, por lo que con Velásquez decidieron independizarse e iniciar juntos en el negocio.
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Altamirano sostiene que no es un trabajo sencillo, porque lleva tres días todo el proceso de elaboración de rosquillas. Sin embargo, asegura que el “fogueo” es compensado cuando las rosquillas las vende el mismo día, por su alta clientela tanto en Sabana Grande como en la cabecera municipal de San Rafael del Norte y en la ciudad de Jinotega.
“El maíz se nesqueza con cal, con una porción de ceniza, después se lava bien, se pone a secar después se muele en el molino, solo el maíz…después se le revuelve la manteca, la cuajada”, revela Altamirano.
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Las rosquillas son horneadas en un tradicional horno redondo de barro. Velásquez se encargó de construirlo para su esposa y cuenta que “mi papá los hacía, él era quien sabía hacer hornos y la gente lo buscaba para que se los hiciera”.
Hacer rosquillas era muy popular en la comunidad de Sabana Grande, donde antes, unas 16 familias se dedicaban a ese oficio, sin embargo, Velásquez y Altamirano dicen que ahora son solo cuatro familias, quienes las hacen.
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