Gilma del Socorro Hernández Raitte, de 73 años, tiene que “estirar como sea” los pocos ingresos que obtiene haciendo y vendiendo nacatamales para la manutención de su hogar en la ciudad de Matagalpa y además solventar algunos de los costosos gastos médicos para su hija Jaqueline Margarita Hernández García, de 53, quien lleva meses en una cama, inmóvil, con llagas en distintas partes, consecuencia de un accidente vial de vieja data por el que, además, ha perdido el habla.
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La venta de nacatamales es solo en fines de semana y, aunque también está enferma, Hernández Raitte prioriza las medicinas para su hija antes que las suyas. Y son muchas.
Hernández Raitte muestra gratitud y alegría por la solidaridad de personas que le han llevado ayudas, luego que Mosaico CSI contara su historia en noviembre pasado.
Estaba descapitalizada, pero, a través del apoyo recibido, Hernández Raitte pudo reiniciar el negocio de los nacatamales y cada viernes hace entre 35 y 40 para venderlos entre una clientela que pudo recuperar.
Las utilidades del negocio dan para comprar algunos alimentos y medicinas, pero son insuficientes para sufragar todos los gastos que incluyen pañales desechables que cuestan un poco más de 200 córdobas, toallas húmedas y otros productos que debe utilizar diariamente.
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Debido a la inmovilidad, Hernández Garcia tiene llagas en distintas partes y una hermana suya es quien ahora la cura cada día, porque Hernández Raitte dice que le destroza escuchar los lamentos de su hija, ante el dolor que provoca el procedimiento.
Para ayudas puede llamar a Gilma Hernández Raitte al número 84789923
La madre recuerda que Hernández García fue reclutada por el Ejército y era ayudante de cocina en el entonces llamado Batallón de Reparación y Evacuación (BRE) del Sexto Comando Militar Regional del Ejército en Waswalí, Matagalpa. Una mañana de 1986 cayó de un camión militar y “se golpeó la columna”. Paulatinamente llegaron los males por los que Hernández García quedó inmóvil y perdió el habla.
Ambas tenían el respaldo económico de Daniel Hernández García, un mecánico automotriz que murió el 28 de septiembre reciente en Panamá, afectado por la Covid-19. Un hijo de este, que cuidaba Hernández Raitte, había muerto semanas antes, el 2 de septiembre, en Matagalpa.
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