Victoria Morales: Primera doctora en farmacia en Matagalpa

Mosaico CSI
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Antonia Victoria Morales Vargas es la primera doctora en Química y Farmacia en la historia de Matagalpa. Pasa de los 90 años, gusta de pintar y escribir, como parte de lo que considera sus “grandes pasiones”, y con detalle explica cómo se abrió camino en una época en la que los prejuicios dificultaban la profesionalización de las mujeres.

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La doctora Toyita, como también le conocen, pasa sus días en la centenaria venta que fundaron sus padres y que hoy es uno de los principales puntos de referencia para dar direcciones en la septentrional Matagalpa. Solo tuvo una hermana de padre y madre: María Elena.

El 10 de marzo de 1924, Juan Morales Guillén, un músico y comerciante llegado de La Paz Centro, León, andaba en apuros consiguiendo agua para atender el parto de su esposa Soledad Vargas Montoya. Si bien la pequeña ciudad de Matagalpa estaba en franco progreso económico por el cultivo del café y la minería, los pobladores carecían del servicio domiciliar de agua potable y tenían que buscarla en los ríos y quebradas.

En esa época, viajar de León a Matagalpa y viceversa, implicaban alrededor de cuatro días a lomo de mulas o carretas sobre maltrechos caminos de macadán. Pero, los padres de Morales insistieron en enviar a sus hijas a que estudiaran en la antigua excapital del país, porque consideraban que allí había uno de los mejores sistemas educativos de Centroamérica.

Estudios en León

Toyita enfermó de anemia y tuvo que regresar a Matagalpa para estudiar la primaria. Sin embargo, refiere que su madre nunca desistió, porque ella misma quiso estudiar y no pudo por falta de dinero. Entonces mandó a las hermanas Morales a que estudiaran la secundaria en León.

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“Mi madre era leonesa y ella no había podido estudiar mucho, porque sus padres no tenían muchas posibilidades, y entonces decía: ‘cuando yo tenga un hijo lo voy a traer a la universidad”, y salí mujer. Entonces, mi mamá desde chiquita vivía diciéndome: vas a estudiar farmacia, para que tu papá te ponga una farmacia aquí”, recuerda la doctora Morales.

Relata además que estudió en el Instituto Nacional de Occidente, donde solo estudiaban varones. Estos al principio se negaban a aceptarla y le ponían zancadillas para que tropezara y cayera. Sin embargo, ella impuso respeto, fue alumna destacada y “hacía buenos apuntes en las clases”, en una época en la que no tenían acceso a libros de texto.

“Aprendan de esta muchacha que es esforzadita, ustedes no saben nada”, decían los profesores a los compañeros de Toyita.

En la primera mitad del Siglo XX las mujeres tenían poco acceso a la educación superior. Toyita recuerda que, incluso, la primera médico de Nicaragua y Centroamérica, Concepción Palacios Herrera, conocida como Conchita Palacios, tuvo que irse a México, porque solo hombres estudiaban medicina.

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También afirma que a su contemporánea Olga Núñez Abaunza, primera abogada y primera notaria nicaragüense, “no le daban el título porque era mujer”.

Quería ser periodista

Entre risas, la doctora Morales confiesa que quiso ser periodista, porque se consideraba como una joven “muy curiosa” y que siempre estaba pendiente de las pláticas de los mayores, leía historia y gustaba de estar informada sobre todos los acontecimientos en el país.

Doctora Morales
La doctora Victoria Morales quería ser periodista. © MOSAICO CSI

Pero, el matrimonio Morales Vargas tenía el negocio donde también vendían medicina natural y la madre de Toyita insistió en que estudiara Química y Farmacia.

El 10 de febrero de 1950 fue la ceremonia de graduación. El periódico Novedades destacó el éxito académico de la doctora Morales.

Ella volvió a Matagalpa. Sus padres le apoyaron para que abriera una farmacia a una cuadra del negocio familiar donde estos tenían una botica. La doctora Morales cuenta que no le gustaba estar detrás del mostrador y que le siguieran diciendo Toyita en vez de doctora.

En ese tiempo, la doctora Morales estaba pendiente de los avances en la construcción del hoy desaparecido hospital general El Retiro en Managua, inaugurado finalmente en 1962.

Vio un anuncio en el periódico y aplicó a un puesto en el nuevo hospital. Su padre Juan Morales reaccionó molesto al principio, diciéndole que pasaría de ser dueña a sirvienta.

Funcionaria pública

La doctora Morales fue responsable de farmacia en el hospital general El Retiro y después trabajó para el Ministerio de Salud como supervisora de hospitales, por lo que daba el visto bueno para la medicina que era enviada a los departamentos durante la administración de los Somoza.

Con la revolución sandinista, la doctora Morales fue propuesta por el doctor César Amador Kühl –primer neurocirujano en el país y también matagalpino– como asesora de la contraloría general de centros de salud.

Los “revolucionarios” se negaban a aceptarla. Miraban en la doctora Morales a una profesional “demasiado elegante”, incapaz de asumir labores de la revolución porque había sido funcionaria en la administración somocista.

Pero, la doctora Morales demostró su amplio conocimiento sobre el sistema de salud y una ficha que llenó para trabajar con el sandinismo decía: “no tiene partido, es excelente trabajadora, es confiable”.

Regreso a Matagalpa

En 1990, cuando Violeta Barrios de Chamorro asumió la presidencia, la doctora Morales regresó a Matagalpa. Sus padres ya habían fallecido.

Se dedicó a pintar. Muchos de sus cuadros cuelgan en la sala de su casa. Cuando era niña había recibido clases de pintura y bordado, porque dice que era lo que más se le facilitaba hacer con sus manos menudas.

María Elena, su hermana, falleció hace cuatro años. Desde entonces, la doctora Morales, con ayuda de una sobrina, cuida el negocio que fundaron sus padres en Matagalpa.

“Hay dos cosas que no se pueden saber en el mundo: los pelos que tiene un gato y la edad de una mujer”, dice con gracia y firmeza la doctora Morales, justificando el por qué prefiere evitar decir cuántos años tiene.

A la doctora Morales le gusta leer, sobre todo la historia de Nicaragua. A veces escribe y también se entretiene en el mundo tecnológico usando una tablet.

Ella cuenta que prefirió ser soltera porque “con tantos diablos” que conoció cuando era estudiante, pensó que era suficiente. Aunque no tuvo hijos, la doctora Morales dice que tiene “como 12”, entre sobrinos y compañeros de trabajo que ella ayudó en algún momento de sus vidas.

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