Para los amantes de la lectura, ver venir a don Jaime Domingo Centeno al parque Francisco Morazán es motivo de alegría. El hombre de boina, gafas y tirantes siempre lleva libros nuevos o usados para ofrecer, llenando de cultura, desde hace más de tres décadas, a las poblaciones de Matagalpa y Jinotega.
Como librero empezó vendiendo sus propios libros, recuerda don Jaime, contando que en la década de los 80 fue gerente de una reconocida tienda de calzados en Matagalpa, pero quedó desempleado y “no hallaba qué hacer, (y) como tenía mis libros, siempre he tenido mis libros, empecé a venderlos, entonces vi que a la gente le gustaban mis libros, entonces dije me voy a quedar en esto, porque más o menos conozco el gusto de las personas en lo que es literatura”.
Desde almanaques y revistas, pasando por Atlas y “Bestsellers”, hasta Atlas y libros de medicina, ingeniería, química, matemáticas, arquitectura, repostería, construcción, carpintería, libros de autoayuda, literatura esotérica, metafísica, poesía, y un gran etcétera, es lo que ofrece Centeno, a quien también llaman ocasionalmente por el diminutivo de su nombre: Jaimito.
Entre los autores favoritos para sus clientes, dice don Jaime, están los nicaragüenses Gioconda Belli y Sergio Ramírez, pero también les gustan algunos extranjeros como Isabel Allende y Paulo Coelho.
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Al público, continúa el amable vendedor, no le interesa que los libros sean usados, porque estos tienen mejores precios que en las librerías. Además, don Jaime dice que él ofrece libros difíciles de conseguir como La Divina Comedia de Dante Alighieri o las obras del escritor español Enrique Pérez Escrich.
A don Jaime le ha tocado ser solidario con estudiantes o niños que necesitan o se apasionan con un libro y cuenta que, “la vez pasada, vino un muchacho de la universidad de Solingalpa (ciudadela al suroeste de Matagalpa), venía buscando un libro de medicina, andaba buscando un libro que valía 400 pesos, entonces yo se lo di a 250, porque me dijo que solo eso andaba y no ajustaba para comprar ese libro.”
Centeno es jubilado, pero apunta que la pensión no le da para vivir como quiere, entonces, con la venta de los libros completa sus gastos y ayuda a su familia, pero, considera su trabajo de librero como un pasatiempo, ya que siempre le ha gustado leer.
Oficioso desde niño
Centeno nació el 12 de mayo de 1945 en Las Tejas. “Antes le decían comarca, ahora es un barrio de Matagalpa, yo le digo un barrio de la vida nocturna de Matagalpa”, relata.
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Sara Centeno, la mamá de Jaime, iba a la ciudad de Matagalpa a ganarse la vida. En los años 50 ella trabajó como cocinera en el Seminario del Colegio San Luis con el obispo Octavio José Calderón y Padilla y a Jaime le consiguieron una beca en ese centro de estudios, donde además recibió su Primera Comunión.
A los 8 años Jaime tenía actitudes laborales y cuenta que “había una señora que se llamaba Doña Benigna Vita, hermana de José Vita, le dijo a mi mamá: ‘que Jaime me haga mandados después de que salga de clase’, y yo todos los días le hacía los mandados, todos los días me pagaba un córdoba y al mes recogía 30 córdobas. Como tenía mi comida, yo casi no los gastaba, incluso mi mamá me decía prestame los 30”.
Pero, esos trabajos no le impidieron disfrutar su niñez y hacer travesuras, Don Jaime recuerda que la misma familia Vita lo mandaba a limpiar las cazuelejas después de hornear el pan, lo que el aprovechaba para comerse los restos pegados en los recipientes.
Don Jaime también realizó trabajos del campo en Las Tejas, incluso llegó a arriar vacas con los pies descalzos, cuentan sus sobrinas.
De parte de su padre Pablo Vílchez, don Jaime tuvo seis hermanos: Adrián, Oscar, Pablo, Martha, Lorena, Jorge y Domingo Vílchez. También tuvo una hermana materna: Miriam Ignacia Centeno Osorio.
Don Jaime: Un padre para sobrinas
Don Jaime es soltero, nunca se casó o tuvo hijos. Él comenta que tuvo muy malas experiencias en sus relaciones, por lo que decidió quedarse solo. Sin embargo, ha sido un padre ejemplar para sus sobrinas, las hijas de su hermana Miriam, ya que ha vivido junto a ellas todo el tiempo.
Según su sobrina-nieta Janeth Caldera, Don Jaime ha sido un hombre muy dedicado a su trabajo y prácticamente fue el hombre de la casa desde muy niño, debido a que la mamá, Sara Centeno, fue madre soltera.
El ciudadano notable
El 14 de febrero de 2020 don Jaime recibió el título honorífico de Ciudadano Notable de Matagalpa, otorgado por la municipalidad en ocasión del 158 aniversario de la ciudad.
Don Jaime es uno de los fundadores de la Colonia Rubén Darío, al norte de la ciudad, donde colaboró con la construcción de la escuela (ahora con secundaria) y en los años 90 fue alcalde auxiliar de ese sector, cuando el alcalde de Matagalpa fue Frank Lanzas Tercero, durante el gobierno de Violeta Barrios de Chamorro.
La curiosidad por los libros
Caldera, la sobrina-nieta de don Jaime, dice que el tener tantos libros cerca ha despertado su curiosidad, al punto que “siempre que veo un libro que él tiene lo agarro como a escondidas, me lo rapto como por una semana, y si el libro me gusta me lo quedo…”.
Además, Caldera confiesa que en su niñez no le gustaba leer, pero ahora los libros de filosofía, los de autoayuda, cuentos y literatura, son sus favoritos.
Sharon Zúniga Caldera, otra de las sobrinas-nietas de don Jaime, dice que más que leer le gusta acompañarlo a vender los libros en el parque Francisco Morazán.
“Voy para aprender, ya que no es solo decir (al cliente): ‘lleve este y tome. Sino que él les explica, les cuenta la historia del libro y así es como le llegan los compradores, más que todo es aprender de él y ayudarle, si él se enferma y llegara a faltar, aquí estoy yo”, relata Sharon.
La lectura en tiempos de Internet
“Antes se vendía mejor, ahora se lee menos. ‘Mejor lo busco en Internet… Para qué (comprar libros), si en el colegio me dan folletos’, me dicen. Sin embargo, aún hay personas que prefieren leer un libro en papel”, comenta don Jaime.
De hecho, para don Jaime “es más sabroso” leer el libro en físico y poder llevarlo a cualquier sitio.
“Se ha perdido la cultura de leer, habría que incentivar eso (la lectura) en la universidad, en los colegios, para que lean, porque así la gente compra libros también, y no solo que compren, sino que tengan la cultura de leer”, enfatiza el amable librero.
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