El obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos aseguró este domingo 6 de diciembre, que para los nicaragüenses “ya terminó el tiempo de su servidumbre” y que en Nicaragua “hay esperanza” en tiempos mejores, porque estima que en este país existen hombres y mujeres “con visión de nación” y “sin búsqueda de puestos o cargos para negociar”.
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Durante la homilía en la misa que presidió en la catedral San Pedro Apóstol, con asistencia limitada de fieles como medida preventiva ante la Covid-19, monseñor Álvarez proclamó que en Nicaragua “la esperanza en tiempos mejores brilla como una antorcha en medio de la oscuridad”, porque, insistió en que “una nueva Nicaragua es posible”.
El jerarca católico admiró la solidaridad de los nicaragüenses con los afectados por los recientes huracanes Eta e Iota, así como en “tantas situaciones lamentables y dolorosas que se han vivido en distintos lugares de nuestro país”, por lo que los instó a seguir siendo caritativos, porque recordó, sin citar fuentes, que en 2019 “los niveles de pobreza llegaban al 44 por ciento de los nicaragüenses” y casi el 9 por ciento vivía en extrema pobreza.
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“Cómo no sentir la urgencia de la caridad y de la misericordia en el corazón”, dijo el obispo.
Exhortó también a los nicaragüenses a tener calma y “no perder la paz”, indicando que “somos todos, juntos como hermanos, unos y otros, quienes debemos de reconstruir las bases y los fundamentos institucionales de la patria”.
El obispo sugirió también “confiar en hombres y mujeres honestos, capaces, que escuchen el clamor del pueblo, (el clamor) de ese, hasta el año pasado, 44 por ciento de la población sumida en la pobreza, y de los más pobres entre los pobres, de ese casi 9 por ciento de la población sumida en la extrema pobreza, y construir un proyecto de nación”.
Monseñor Álvarez insistió en que “ningún proyecto de nación” puede excluir a los pobres, a las mujeres, a los jóvenes y a los campesinos, porque “sería ridículo”, y afirmó que “ya el Estado asistencialista pasó de moda, ya el Estado asistencialista no cala en la conciencia social de nuestros pueblos latinoamericanos, aspiramos a la tan urgida promoción humana social, a un desarrollo humano integral sostenible”.
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El obispo consideró que “hombres y mujeres con visión de nación existen, y muchos, en Nicaragua; sin ambiciones, sin luchas de intrigas, sin juegos a espaldas de la población, sin búsquedas de puestos o cargos para negociar o pactar. Hombres y mujeres así los hay en Nicaragua, y muchos, sin esperar una dádiva o poniéndole precio a su carisma, sin estar a expensas de salarios prefabricados, sin estar jugando o valiéndose del dolor pueblo para presentar o presentarse como opciones huracanadas, ciclónicas, mediáticas, para justificar esos salarios prefabricados. Hombres y mujeres así los hay, y muchos en Nicaragua, no es de los bullicios ni de los alborotos de donde proceden, sino del silencio”.
“Consolar al pueblo con firme esperanza y profunda paz, es lo que hacemos. No olvidemos que el pueblo es el que siempre tiene la última palabra. Podrán venir algunos diciendo ‘está aquí o está allá’. No les hagan caso. Quien es capaz y honesto no necesita más carta de representación que su propia honestidad y capacidad. Tampoco se equivoquen quienes piensan que a este pueblo se le puede dar gato por liebre, porque después de tanto dolor, hemos aprendido a distinguir lo auténtico de lo inauténtico, a tener claro el fondo y las raíces. Trabajen por el bien de la nación y, si es así, el pueblo lo sabrá reconocer, porque no por madrugar amanece más temprano”, finalizó.
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