Jaqueline Margarita Hernández García tiene 52 años y lleva meses en una cama, inmóvil, consecuencia de un accidente vial de vieja data por el que, además, ha perdido el habla, y su mamá, Gilma del Socorro Hernández Raitte, de 72 años, sin empleo y enferma, debe cuidarla de manera permanente y necesita ayuda en Matagalpa.
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Madre e hija viven en el barrio Rodolfo López, en el sector suroeste de la ciudad de Matagalpa, donde Hernández Raitte a veces acude a sus vecinos para conseguir pañales desechables para su hija, quien además tiene una dieta especial.
“Ella no puede agarrar nada con las manos, todo es en la boca, así acostada le doy de comer, por eso todo es blandito o licuado”, relata Hernández Raitte, recordando los tiempos en que todo era distinto, cuando con su hija trabajaban como cocineras en restaurantes de Matagalpa.
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En los recuerdos de su madre, Hernández García “era muy fuerte, muy activa” en su empleo. Aprobó el cuarto grado de primaria y dejó de estudiar en los tiempos de guerra. Tuvo una hija que Hernández Raitte le ayudaba a cuidar, porque la reclutó el Ejército.
Para ayudas puede llamar a Gilma Hernández Raitte al número 84789923
“Tenía 18 años y ya tenía a la niña, porque a la niña yo la cuidaba”, recuerda Hernández Raitte, contando que Hernández García fue asignada al entonces llamado Batallón de Reparación y Evacuación (BRE) que estaba en la entrada a la actual base del Sexto Comando Militar Regional del Ejército en Waswalí, Matagalpa.
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Una mañana de 1986, Hernández García cayó del camión en el que era trasladada al BRE, se golpeó la columna, pero aun así “se la llevaron a trabajar… hasta el día siguiente que vino, me contó eso, que el dolor en la columna no lo aguantaba”, relató Hernández Raitte.
Agregó que “después, cuando ella ya empezó, que ya quedó así grave, yo anduve moviendo (gestionando) a ver si conseguía que me le pasaran una ayuda allí de la Sexta Región”, sin embargo, a Hernández Raitte le dijeron que no tenían esos registros y nada podían hacer.
El drama de esta familia incluye muertes. Hernández Raitte dice que nunca cotizó para la seguridad social, dejó de trabajar como cocinera para cuidar a tiempo completo a su hija.
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Ambas contaban con el apoyo económico de Daniel Hernández García, un mecánico automotriz que, con la crisis sociopolítica del país iniciada en 2018, emigró a Panamá, tratando de encontrar mejores oportunidades para ayudar a su madre y hermana, así como sostener a su esposa e hijos.
Pero, el mecánico enfermó presuntamente por el coronavirus y murió el 28 de septiembre recién pasado en Panamá. Semanas antes, el 2 de septiembre, había fallecido el hijo mayor de este, en Matagalpa. “Ha sido durísimo”, cuenta Hernández Raitte.
La viuda de Daniel, quien apenas devenga cerca de cinco mil córdobas mensuales, es quien ahora está a cargo de sostener a sus dos hijos, pero también a Hernández Raitte y a Hernández García.
“Me da pesar, porque es demasiado para ella. Entonces yo le pido a mis vecinos que me ayuden, cuando no tengo los pampers”, admite Hernández Raitte, quien también tiene dificultades para obtener alimentos adecuados para su hija y solo puede suministrarle un poco de sopa instantánea.
La hija de Hernández García vive en Managua y viaja cada fin de semana a Matagalpa para llevar pañales y alimentos a su mamá.
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