Sonar el silbato y levantar la banderola para marcar una infracción de “fuera de juego” y anular un gol, es una de las situaciones difíciles que corresponde juzgar a Mayling del Carmen Chavarría Rugama en su faceta como árbitra de futbol en su natal ciudad de Matagalpa, donde ha tenido que lidiar contra el machismo y abrirse paso en su carrera en el arbitraje.
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Chavarría es una de las cuatro árbitras asistentes nicaragüenses acreditadas por la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), refiere el entrenador de futbol y cronista deportivo en Matagalpa, Byron Tinoco.
Ese trabajo ha llevado a Chavarría por diferentes países y ha estado como árbitra de línea en cuatro premundiales. “Nunca pensé que podía lograrlo”, dice la matagalpina que además se desempeña como maestra de Educación Física y Deportes en el centro escolar Tilburg de Matagalpa.
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Chavarria nació el 10 de abril de 1987 en Matagalpa. Es la mayor de los tres hijos de Virginia Rugama y Mario Chavarría. Estudió la primaria en la escuela 11 de Septiembre, se bachilleró en el Instituto Nacional Eliseo Picado y estudió licenciatura en Educación Física y Deportes en la UNAN.
Tenía 12 años cuando Chavarría comenzó a practicar el atletismo, apasionándose por el deporte, de manera tal que, años después, tras culminar el bachillerato, decidió estudiar la licenciatura en Educación Física y Deportes en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN).
El esposo de Chavarría, Joel Hernández Rugama, también es árbitro de futbol en Matagalpa. Andaban de novios, apenas, cuando ella se comenzó a interesar por el arbitraje.
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“Él se mantenía arbitrando y yo le dije que me gustaba lo que él hacía, porque se ganaba su dinerito, y yo también quería ganarme mi dinerito extra, y él me explicó cómo se arbitraba, porque yo nunca jugué futbol. Entonces para mí fue un poco más difícil, porque no sabía nada”, confiesa Chavarría.
Con muchos más aciertos que desaciertos en el complejo mundo del arbitraje, Chavarría fue destacando a nivel nacional, por lo que aplicó a ser árbitra acreditada por la FIFA. Ella sueña con arbitrar en un mundial de fútbol y dice que se está preparando para conseguir lo que sería uno de sus máximos logros en su carrera.
Difícil rutina de una árbitra
Cada día, la árbitra matagalpina comienza su jornada a las 4:30 a.m. con una serie de ejercicios para mantenerse en buenas condiciones, puesto que la FIFA la evalúa con, al menos, dos pruebas físicas al año.
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Pero, debe también dedicar tiempo a su esposo y a la niña de seis años que tienen, para luego, a las 7:00 a.m., estar impartiendo clases en la escuela del mismo barrio donde viven, el Walter Mendoza, más conocido como La Chispa, al norte de la ciudad de Matagalpa.
Las tardes son compartidas con la familia, la planificación de clases del día siguiente y más ejercicios. Debería seguir una dieta específica, dice Chavarría, sin comer muchos carbohidratos, pero “a mi me gusta comer pancito… aquí en mi casa, a las cinco de la tarde está el cafecito con pan”.
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