
El obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, criticó nuevamente a egoístas, envidiosos y ambiciosos que priorizan sus intereses personales antes que el bien común de los nicaragüenses, a quienes instó a no quedarse de “brazos cruzados” y que cada uno asuma su cuota de responsabilidad en la construcción de una “nueva Nicaragua”.
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Además, el jerarca católico exhortó a mantener esperanzas en nicaragüenses que, sin alardes ni propagandas, “piensan realmente en la patria” y que serán los “verdaderos líderes”.
En la homilía de la misa que presidió este domingo 11 de octubre en la catedral San Pedro Apóstol de la ciudad de Matagalpa –con asistencia limitada de fieles como parte de un protocolo preventivo ante la Covid-19–, el obispo disertó ampliamente sobre el evangelio referido a la parábola de un rey que festejaba la boda de su hijo y a la que los invitados se negaron a asistir.
Sin embargo, monseñor Álvarez consideró que “todos y cada uno de los nicaragüenses debemos sabernos y sentirnos invitados a participar en la construcción de una nueva Nicaragua, donde la centralidad de la dignidad de la persona sea el espíritu que nos impulse con fuerza, con energía renovada, a construir un país basado en la auténtica justicia, el respeto a la ley, a la Constitución, a los derechos humanos universales, a la libre expresión e información”.
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“Con regularidad se escuchan voces de desesperanza, y eso sepulta en vida. Es mucho el camino y el trabajo por recorrer para construir este nuevo país. No podemos quedarnos de brazos cruzados pensando y dejando que sean otros los que realicen esta tarea, ¡no! Somos nosotros, somos todos, cada uno aportando con su propia libertad, dada por Dios y no como concesión de nadie, cómo lo lograremos”, agregó el obispo.
Monseñor Álvarez admitió también que “a menudo se escucha decir o hablar de la falta de liderazgos. Al respecto, hemos de recordar y reconocer que en Nicaragua hay grandes hombres y mujeres, capaces, honrados, honestos y que, sin ambición ni haciendo alardes o propagandas, piensan realmente en la patria. El pueblo está a la expectativa y los esperan. Y tendrá que llegar el momento para que los identifiquemos y digamos: ‘esos son’, porque los verdaderos líderes vienen de la discreción, de la prudencia, del silencio, vienen del desierto”.
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“De ahí vendrán esos hombres y mujeres, de ahí surgirán esos liderazgos nuevos, así juntos, todos sin exclusión, podremos sentarnos a la mesa, para trabajar hombro a hombro, codo a codo, dando lo mejor de sí, no atesorando para nosotros, sino pensando en las futuras generaciones y en las grandes mayorías, que son los pobres. Sólo se autoexcluirán de esa fiesta de hermanos quienes, movidos por el egoísmo, la envidia, y la ambición, no puedan ser capaces de despojarse de sus visiones cortoplacistas y piensen única o primeramente en sus intereses personales o particulares. Trabajemos hermanos por la Nicaragua que todos queremos y anhelamos, porque una Nicaragua así, es posible”, concluyó el obispo.
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