Cuando a finales de agosto del año 1997, un vecino me invitó a formar parte del movimiento scout, corrí de prisa a contar la noticia a mi casa. Tuve la suerte de que se encontraba en esos momentos un tío que había pertenecido por muchos años al escultismo en uno de los primeros grupos que existieron en la ciudad de Matagalpa, la Tropa Tres San Julián.
Dicho tío, al verme entrar de prisa a casa para contar aquella noticia a mi madre y a mi abuela, fue clave para que automáticamente me dieran el “sí, andá”.
Recuerdo como si fuera ayer las palabras del Sub Jefe de tropa de aquel entonces en el Grupo Scout 38 San Luis, Alex Suárez:
– ¿Qué edad tenés?
– Diez, respondí
– Ah, entonces irá a la manada de lobatos
– Pero, el otro mes cumplo once, objeté
Él soltó una pequeña sonrisa, vio al scout que me había llevado a la reunión aquel sábado y sentenció: “ok, puede quedarse en la tropa”.
Semanas más tarde, estando en el atrio de la iglesia catedral junto a otros dos scouts que esperábamos como de costumbre el inicio de las reuniones que arrancaban a las dos de la tarde, se estacionó una camioneta roja, sobre la calle donde está ubicada cafetería Barista, ahí, en el atrio donde un pino cada día se inclina más como buscando besar la tierra, del vehículo bajó un hombre con camiseta estilo polo rojo quemado, de jeans, botas tubo, gorra kaki, andar pausado, mirada erguida, sonriente, esbelto, ojos amarillos, ojos color de sol, ojos que emanaban amistad, firmeza, sinceridad…
Le puede interesar: Recordando a monseñor Benedicto Herrera Álvarez
Se dirigió a nosotros, en especial a uno de aquellos scouts que estábamos ahí, puesto que este scout había iniciado en el escultismo desde la etapa de lobato, por lo que conocía de reuniones y actividades anteriores a aquel hombre, y viceversa.
El Jefe, nos dijo, a medida que aquel personaje se acercaba a nosotros, nos extendió la mano izquierda, nos preguntó nuestros nombres y fue entonces que el scout que había sido antes lobato le preguntó: -Jefe, ahora estará con nosotros, la respuesta sería categórica: – Sí, a partir de hoy me haré cargo del grupo.
Fue así como conocí al ingeniero Julio Enrique Ruiz Morales, o para todos los que le conocimos en el escultismo, simplemente, “El jefe”, hombre que supo poner pasión, entrega, alma, mente y corazón en el programa Scout.
Es increíble el influjo que pueden dejar en la vida de un joven, de un adolescente, de un niño, las palabras, pero sobre todo el ejemplo de quien forma en un programa tan maravilloso como el Programa Scout.
También puede leer: Coronavirus: Más de 20 millones de casos en el mundo
En Julio, todos veíamos un amigo, un padre, un maestro, y porque no decirlo, un héroe, alguien al que querías parecerte, a quien querías imitar, de quien querías aprender, conjugó el conocimiento técnico con un espíritu soñador que lo llevaba a crear marcos simbólicos para las actividades scouts, sencillamente únicos, originales, atractivos, irresistibles, que honor y que nervios sentir que “El jefe” te evaluaría, te examinaría para ver si ya eras digno de hacer tu promesa scout, no perdía tiempo, llegaba temprano los sábados y antes de la hora de inicio de las reuniones llamaba a los scouts que estábamos en el local y nos sentaba en círculo para enseñarnos nudos, para enseñarnos canciones.
¡Qué frescas suenan en mi mente las tonadas de: “Avanzan las patrullas a lo lejos adelante, avanzan las patrullas con cantos de valor…” qué carisma para enseñar, para llegar al alma!
“El jefe” nos enseñó también la canción del sistema de patrulla: “viene nuestro guía con decoraciones de las que se ponen solo los bribones nuestra guía sí nuestro guía no viva mi patrulla que la quiero yo, trae el subguía largos pantalones que de arriba abajo son puros botones el subguía sí el subguía no viva mi patrulla que la quiero yo, viene el secretario sin papel y pluma moja un palito en agua y espuma secretario si secretario no viva mi patrulla que la quiero yo…” y así continúa la canción pasando por todos los cargos del sistema de patrullas, ah, escultismo, bendita escuela do se forman cuerpos, mentes, almas y carácteres…
Suscríbase a nuestro Canal de YouTube
Quienes tuvieron la dicha de compartir más tiempo con “El Jefe” (en mi caso, como desde niño he sido también amante del beisbol, alterné los sábados de mi infancia entre el movimiento scout y las ligas infantiles de beisbol, lo que conllevó a que por momentos me retirara de las actividades scouts para participar en campeonatos de beisbol, cómo me gustaría regresar el tiempo, para no perderme ni una sola reunión scout con “El Jefe”). Tendrán por cada página que yo pueda escribir, mil que ellos podrán narrar, pienso en Jairo Chávez, quien asumiría la dirección después de la partida de Julio, Jorge Leclair, Eduardo Rodezno, María Rodezno, Jhonny Martínez, Luis Membreño, Samuel, Sofana Alicia, Marian, Coco, Dulce, los hermanos Cajina, Celim, Fredman… la lista sería interminable, cada uno de ellos podría hablar, recordar, escribir, traer a la memoria al Jefe y siempre hallaría algo nuevo que recordarnos de Julio, yo albergo como tesoro recuerdos imborrables, “El jefe” bailando en una fogata scout la ‘Cuca Burra’, el Jefe llamando a formación, el jefe formando una nueva patrulla, la patrulla Halcón en una actividad scout en el Parque de los Monos, y cuyo primer guía seria Frank Cajina, el Jefe regresando de su finca con un saco de naranjas y en cada naranja una banderita de plástico clavada con un palillo de madera en la celebración de una Purísima que el Grupo Scout llevó a cabo en casa de los Rodezno, el jefe en el encuentro con hermanos scouts hondureños en diciembre de 1997, momento en el que recorrimos los departamentos de León, Granada, Masaya, Managua y Jinotepe-Carazo donde muchos scouts de ese entonces pudimos conocer el parque de diversiones Hertylandia, en fin el jefe, que hacía de cada campamento, excursión, fogata, labor de servicio a la comunidad etc, un capítulo inolvidable de la aventura scout.
La mañana del 18 de agosto de 1999, abriría en el alma una herida profunda, golpearía más fuerte que mil puños sobre el rostro, cortaría con más filo que cien puñales… Nuestro Jefe Scout fue asesinado en una emboscada cuando regresaba de su finca junto a otros acompañantes, recuerdo que en el instituto de secundaria comentaríamos la noticia con Roy Ardón, hermano de Andy, María José, Sandra, Exson, todos ellos scouts, todos conocedores de la calidad de ser que se había marchado, en el Canal 2 de cadena televisiva nacional en el noticiero TV noticias Edición del medio día y luego en la edición de la tarde, María Lilly Delgado leía aquella noticia y al hablar de los fallecidos añadió: “Uno de ellos Jefe Scout allá en Matagalpa.”
Julio se fue en agosto, pero se quedó para siempre, en cada scout que él formó, en cada consejo, técnica scout, valor que supo transmitir, en cada scout frente al que un día estuvo su sonrisa como el mayor voto de confianza en la juventud y que hoy por hoy llevamos a nuestros centros de trabajos, familias, comunidad, los valores scouts. Han pasado veintiún años desde aquella fatídica mañana, pero en quienes te conocimos sigue viva la alegría de tu voz que nos sigue hablando desde el recuerdo para decirnos: “solo los halcones sobre nuestra frente vuelan majestuosos en el cielo azul.”
Que Dios, que te llamó a Concejo de Grupo en el Cielo, conceda a tu alma la paz de la que fuiste constructor desde el Movimiento Scout, descansa en paz JEFE, nosotros acá, seguimos tu legado.
Julio
Se fue en agosto
Y se quedó para siempre,
Su silbato scout
En clave morse
Transmitió:
Misión cumplida
Me he ido a casa,
Su sangre regó
La flor de lis,
Su bondad se camufló
Con la tierra
Para formar un emplasto
De recuerdo,
Siempre Listos, Jefe,
Por mi honor y con la Gracia de Dios
Prometo hacer…
Dios, Patria , Hogar Jefe..
Lealtad, Abnegación, Pureza…
Tu vida fue
Una señal de pista
Con un mensaje claro
En todos los pasos a la redonda,
Julio se fue en agosto y se quedó para siempre.
Estrada, Harold
Matagalpa, 13 de Agosto de 2020.
Facebook Comments