Perder las llaves de la casa o del vehículo, detectar daños en cerraduras o sistemas de seguridad en puertas y ventanas, son algunos de los problemas cotidianos que José Inés Arancibia Membreño lleva más de 35 años resolviendo a pobladores de Matagalpa y de otros municipios del departamento que llegan a buscar sus servicios como cerrajero.
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Arancibia es originario del municipio San José de los Remates, departamento de Boaco, donde trabajó en el campo y como constructor. A la ciudad de Matagalpa llegó con su esposa, Severiana Arancibia, en 1970. Ella es del municipio de Esquipulas.
“Allá vivíamos en (el barrio) Apante”, recuerda este hombre que ahora reside en el barrio El Totolate Abajo, al norte de la ciudad de Matagalpa, donde tiene el negocio de cerrajería, un oficio que también ejercen cuatro de sus seis hijos.
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Meyling, Mauricio y Francisco trabajan con su padre en El Totolate, mientras que Javier lo hace en su propio taller como cerrajero en el barrio El Progreso, al centro de la ciudad.
Arancibia cuenta que, mientras estaba trabajando en una construcción, fue enviado a una cerrajería para que hicieran copias de las llaves para una docena de cerraduras. “En dos horas el hombre (cerrajero) me ganó 180 pesos (córdobas), entonces me dije: ‘esto es mejor que mi trabajo’, y me propuse a trabajar en la cerrajería”.
Han pasado 35 años desde esa decisión, relata Arancibia, indicando que no es un negocio tan sencillo y principalmente porque “hay que tener una buena inversión” en equipos y materia prima, pues “imagínese que viene alguien de un hotel y pide 60 llaves de una vez”.
Los Arancibia son reconocidos en Matagalpa. Los buscan de empresas y negocios grandes como bancos y hoteles. Hacer copias de llaves, desarmar cerraduras para hacer las llaves, ir a abrir puertas de carros con ganzúas, abrir o reparar cerraduras de cajas fuertes, son algunas de las situaciones que enumera el cerrajero, mientras muestra el proceso de fabricar una llave.
Nuevos dispositivos
Las cosas han ido cambiando. Ahora hay dispositivos de seguridad más sofisticados para casas y vehículos. Hay carros que tienen un sistema inmovilizador que impide encenderlos sin llaves con un microchip activo en la computadora.
Los Arancibia trabajan con esos sistemas modernos, pero también con la instalación de cierres centrales, sistemas de alarma y hasta equipos que incluyen sensores y cámaras para reversa en vehículos, entre otros.
“Eso ya lo hacen los muchachos”, dice Arancibia, refiriéndose a sus hijos, principalmente a Mauricio.
Son innumerables los imprevistos para necesitar a un cerrajero, dice Arancibia, para quien los avances tecnológicos no son problema, pues considera que “tendrían que desaparecer todas las cerraduras”.
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