Steven Daniel Velázquez Rugama tiene 13 años y estudia la primaria acelerada en un centro escolar de Sébaco, departamento de Matagalpa. Cursa simultáneamente tercero y cuarto grado, aunque ha interrumpido su asistencia a clases para poder dedicar más tiempo a apoyar y cuidar de su papá, José Daniel Velásquez Velásquez, quien padece de varias enfermedades crónicas.
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Padre e hijo viven solos en una casita en la que tienen que compartir cama, en el barrio Santiago de Sébaco, en una esquina de calles sin drenajes y llenas de charcas malolientes, el eterno problema de esa ciudad norteña.
Ocasionalmente salen Steven y su papá a buscar leña en los cerros que rodean la ciudad, para vender una parte y usar algunos trozos en el maltrecho fogón afuera de la casita perteneciente a una mujer que les permite quedarse allí, a cambio de cuidar.
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Velásquez Velásqez, de 45 años, es originario de la comunidad Molino Sur en el mismo municipio y hace 30 se trasladó a la ciudad de Sébaco, donde tuvo múltiples empleos: vendedor de verduras, limpiabotas, vigilante. “Nunca fui a la escuela, no tengo ningún grado”, se lamenta.
El hombre muestra cicatrices en la cabeza por un accidente y señala que hace un año lo operaron de la vista, por lo que, además de dolores recurrentes, siente que está perdiendo la visión rápidamente.
Steven quiso quedarse con su papá
Hace unos años se separó de la mamá de Steven, con quien tiene también una hija de 9 años que se quedó bajo el cuido de la madre. Pero el niño quiso quedarse con él.
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“Para cuidarlo, por lo que estaba enfermo él, y con quién se iba a quedar si yo me iba”, afirma Steven.
La venta de leña genera pocos ingresos. Padre e hijo se ayudan cuando alguien les pide reparar alguna bicicleta, pero el niño también obtiene entre 10 y 20 córdobas por cada mandado que hace para los vecinos que se lo piden.
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Steven se ha ganado la admiración de sus vecinos y de quienes han conocido su historia y hay quienes les han llevado algunas ayudas, incluyendo una cocina con su respectivo tanque de gas.
“Ahora el problema va a ser comprar el gas cuando se nos acabe”, dice Velásquez Velásquez, sonriente y agradecido.
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