Ante la crueldad que nos impone la pandemia se nos está haciendo costumbre despedir desde nuestras casas, entre susurros y oraciones a quienes se suman a sus víctimas. Se me hace imposible dejar de escribir estas letras para un gran ciudadano, que se preocupó por hacer de su nombre y su origen toda una marca. Don Bernardo Jiménez Madrigal, El Tico, llegado a nuestras tierras en los albores de la década de los 50 en el siglo pasado.
Llegó buscando paz, después de haber participado en la guerra del 48 en su natal Costa Rica. Cruzó el Río San Juan y, por ventura, llegó a Jinotega, y aseguraba que al ver a este pueblo “fue amor a primera vista”.
Solo un alma emprendedora como la del buen Bernardo podría haber hecho lo que hizo a la par de su esposa Doña María Irene Chavarría.
Si bien su nombre será recordado por el de “El Tico” que llevan todos los negocios que legó a sus hijos y nietos, Don Bernardo será recordado aún más por su calidad de buena persona, su amabilidad, caballerosidad y respeto a sus semejantes.
“El Tico” con sonrisa sincera
En mis 54 años no he conocido a empresario alguno que se dé a la tarea de esperar a sus clientes en la puerta de su negocio, llevarlos a su mesa, atenderlos de la mejor manera y despedirlos con una sonrisa sincera, como lo hizo desde 1954 don Bernardo Jiménez Madrigal.
Mi memoria lo retrata siempre complaciente y servicial con mis padres cuando asistíamos a deleitarnos con una carne a la Plancha, tan exquisita, que solamente se sirvió en su restaurante.
Y es que este señor predicaba, en cada actuar, el manual de atención al cliente, que le enseñó su vocación de buen ciudadano; probo, intachable.
“El Tico” es una marca en Jinotega y lo será por los siglos, multiplicado en varios negocios que existen y los que seguramente faltan por abrir; pero más allá de la marca comercial, el legado de don Bernardo es el legado del foráneo que se ganó el derecho a ser reconocido como uno de los mejores jinoteganos y a ser recordado como un jinete de sus propios sueños que logró convertir su nombre y su origen un referente de la excelencia.
Gracias don Bernardo por hacer grande a Jinotega con su trabajo honrado.
Jinotega nunca habría sido igual si usted no hubiera llegado.
Mi abrazo a su estimada familia, que hoy debe encontrar su consuelo en cada uno de los ejemplos de su Padre.
Jamenber
300620
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