Monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de la Diócesis de Matagalpa, denunció que en Nicaragua hay gente enferma por el coronavirus SARS-CoV2 sin poder acceder al tratamiento adecuado y tampoco a los alimentos básicos, “desprotegidos” en medio de la pandemia; aunque advirtió que Cristo acompaña a los nicaragüenses cargando esas cruces.
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Celebrando prácticamente solo, con la catedral San Pedro Apóstol a puertas cerradas y transmitiendo la misa de este domingo 28 de junio a través de los medios y redes sociales de la Diócesis, monseñor Álvarez estimó que Nicaragua “vive una desolación”, a causa del “terror” que provoca la “desprotección” ante la pandemia.
La Diócesis de Matagalpa mantiene una cuarentena desde el 20 de marzo recién pasado, dos días después de que el régimen de Daniel Ortega admitió el primer caso positivo de Covid-19 en el país. Incluso, las celebraciones de la Semana Santa fueron sin presencia de fieles y, desde hace unas semanas, monseñor Álvarez ha celebrado sin la colaboración de los vicarios de la catedral y lectores.
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“Cómo no pensar, en este momento, en tantos hombres y mujeres, en tantas familias, en tantos nicaragüenses que están cargando una pesada cruz, la pesada cruz de la pandemia, la pesada cruz de la desprotección, del sentirse desprotegidos, muchísimos de ellos sumergidos en la pobreza, otros en la extrema pobreza, enfermos con el virus, sin tener cómo comprar la medicina, sin accesar al tratamiento debido y correcto, expuestos al virus, contagiados con el virus, y sin tener lo básico y elemental para comer”, expresó el obispo en su homilía.
«Su propio desierto»
Agregó que “realmente Nicaragua vive una desolación, Nicaragua está viviendo un desierto, su propio desierto. Una crisis se ha agregado a otra, y aunque nuestros campos con las lluvias han reverdecido, se experimenta en el corazón un profundo silencio, el miedo, otras veces el pánico, y hasta incluso, tenemos que decir el terror a esta pandemia, a esta desprotección, a esta inseguridad sanitaria. Vuelve esos mismos campos verdes desolados y desérticos”.
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“Es una cruz, Nicaragua carga con otra cruz. Dos cruces que se unen en una sola y se vuelve la cruz más pesada. (Pero) Cristo tiene piedad y misericordia de nosotros y nos está ayudando, indudablemente, junto a su madre, a cargar con estas dos cruces que se han vuelto una sola, pesada, dura, más que difícil, tormentosa a todos los niveles y en todos los sentidos”, continuó el obispo.
Según el jerarca católico, “a la crisis social, política, económica que ya se vivía, a la crisis jurídica que ya se vivía, ahora se une la crisis sanitaria. Carga con su cruz Nicaragua, pero el Señor va con ella, va con nosotros, no nos abandona. Cuando Él nos invita a cargar con su cruz, es porque la va cargando con nosotros. Nunca, escuchen bien amadísimos, nunca el Señor te va a pedir que cargues con una cruz, sin que antes Él ya esté comprometido contigo para cargarla junto a ti. Siempre, cuando el Señor nos pide cargar con una cruz, él va a nuestro lado”.
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