El obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, exhortó a los nicaragüenses, este domingo 24 de mayo, a “grabar” en la memoria las “terribles” violaciones a los derechos humanos de las que son víctimas “para que no vuelvan a repetirse”. Además, los llamó a “contarle” a Cristo todas las “angustias” y “miedos que paralizan”, porque “Él es nuestro intercesor ante el Padre”.
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Durante la misa que presidió a puertas cerradas en la catedral San Pedro Apóstol en Matagalpa y en ocasión de la 54 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, monseñor Álvarez expresó su “cariño, solidaridad y oración” por los hombres y mujeres de prensa del país, “particularmente a aquellos que han sufrido persecución y asedio por realizar de forma independiente su trabajo”.
“Para que puedas contar y grabar en la memoria, la vida se hace historia”, es el lema universal de la jornada, por lo que que el obispo de Matagalpa aseguró que “los nicaragüenses necesitamos contar, grabar en la memoria, para que no vuelvan a repetirse las terribles formas en que la dignidad de tantas personas ha sido trastocada, violada, violentada, a lo largo de nuestra historia”.
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“Contar la historia dolorosa, verdadera, fiel a los hechos, en que a seres humanos hermanos nuestros se les ha arrebatado sus derechos humanos, se les ha arrebatado el don más sagrado, la vida dada por el Padre eterno, se les ha arrebatado la fama, se han levantado nubes de mentiras en torno a ellos, se les ha arrebatado la libertad, se les han arrebatado sus propiedades, se les a arrebatado la salud. Cuánto dolor puede llevar una persona en su corazón y muchas veces no reflexionamos, no pensamos, y hasta entonces desconocemos que el dolor de esas personas, es el mismo dolor de Cristo, el mismo dolor del Padre”, continuó el obispo en su homilía.
Monseñor Álvarez recordó que Cristo, antes de ser apresado, torturado y condenado a la crucifixión, rezó por los que amaba, “por nosotros”.
“Es tiempo, amadísimos hermanos y hermanas, de levantar los ojos al cielo, como lo hizo Jesús, es tiempo de doblar las rodillas y hablarle con el corazón, es tiempo de contarle nuestras angustias, es tiempo de hablarle de aquellos que han perdido su trabajo y no tienen ya cómo alimentar a sus familias”, dijo el obispo.
Hablarle de nuestros enfermos caídos por el virus
Añadió: “es tiempo de hablarle de nuestros enfermos caídos por el virus, es tiempo de hablarle del dolor y el sufrimiento, la tensión y la presión que padecen los médicos y todo el personal de salud, cuando salen de sus casas y hogares, cuando están en los hospitales, cuando vuelven a la casa, al seno de la familia. Es tiempo de hablarle al Señor del nerviosismo de esa familia que no saben si su padre, su madre, su hermano, su hermana, su esposo, su esposa, que ha servido durante el día, la noche y la madrugada a los contagiados, también él se ha vuelto un enfermo, un contagiado. Es tiempo de hablarle a Jesús con el corazón, y de rodillas, de todo el personal de salud que ahora yace en una cama, postrado y adolorido por la crudeza del virus”.
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“Es tiempo de hablarle al Señor de la falta de capacidad para brindar atención médica como es debida por muchas razones, pero encontrándose con la crudeza de las limitaciones, es tiempo de hablarle de nuestros muertos, de aquellos que salen de hospitales durante la noche, la madrugada. Es tiempo de hablarle de todo ese dolor a nuestro Señor, de contarle nuestra historia, muchas veces más de fracasos que de éxitos, es tiempo de hablarle de los hijos, de los problemas, es tiempo de hablarle también del rencor, del odio, de las tramas que hay en el propio corazón y que no dejan ser feliz a esa persona, es hora de hablarle de los miedos que paralizan, es hora de hablarle del pecado que cargamos y que nos aleja de Él, es hora de hablarle de nuestras ansias, de nuestras necesidades, de nuestras esperanzas, de nuestras batallas, es hora de hablarle a Cristo de nuestra propia historia, es hora de cuestionarnos si hemos comprendido o no que somos de Él, del Señor y que Él es nuestro intercesor ante el Padre”, expresó monseñor Álvarez.
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