Esta entrevista con Fray Carlos Enrique Herrera Gutiérrez fue publicada originalmente el 15 de mayo de 2005 en el Diario LA PRENSA, cinco días después de conocerse el nombramiento del religioso franciscano como el segundo Obispo en la historia de la joven Diócesis de Jinotega
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Poco después del terremoto que sacudió Managua, en 1972, aquél joven que recién se había graduado como ingeniero agrónomo, trabajaba en una finca situada en La Trinidad, Estelí. Tenía 24 años y estaba orgulloso por haber coronado una profesión, pero también se sentía atraído por la vida religiosa.
Dudaba sobre cuál era su verdadera vocación, sin embargo, Carlos Enrique Herrera Gutiérrez acudió en busca de consejos ante su mamá, doña Margarita Gutiérrez (q.e.p.d.), originaria de la comunidad Suní, en el municipio jinotegano de San Rafael del Norte.
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Doña Margarita conocía al sacerdote franciscano Odorico D’Andrea y recomendó a su hijo que mejor visitara al entonces párroco de San Rafael del Norte para que le ayudara a discernir la inquietud.
“Mi mamá fue como el medio para encontrarme con el Padre Odorico… ella lo conocía bien y sabía que era un hombre Santo. Entonces me mandó para acá y así lo hice”, recuerda el ingeniero agrónomo que, aconsejado por el sacerdote italiano, se decidió por la vocación religiosa.
Los años pasaron y aquél muchacho se convirtió en un probo sacerdote de la Orden Franciscana Menor y, después de haber sido párroco en tres iglesias y Vicario General de la Diócesis de Matagalpa, en enero del año pasado (2004) fue transferido hacia la parroquia de San Rafael del Norte, la misma a la que había llegado, 32 años antes, en busca del consejo del Padre Odorico.
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Hace cuatro meses (enero de 2005), fue nombrado Párroco de San Rafael del Norte y, hace apenas una semana (el 10 de mayo), Fray Enrique fue notificado de que será el nuevo Obispo de Jinotega, sucediendo en el cargo a Monseñor Pedro Lisímaco de Jesús Vílchez Vílchez.
Quienes conocen a Fray Enrique Herrera lo definen como un “hombre serio”. Sin embargo, reconocen la humildad que le caracteriza y la serenidad con que realiza su trabajo pastoral.
Cauteloso en sus respuestas, Fray Enrique denota cierto aire de timidez, pero es enfático en su deseo de servir a Dios y al pueblo, a través de su vocación religiosa.
¿Cómo tomó la noticia de su nombramiento como Obispo de Jinotega?
Bueno, con mucha serenidad y mucho reto, porque sé que no es tan fácil. Pero confío en que, si el Señor me ha llamado, me ha dado esto, Él va a estar conmigo y, en ese sentido, Él me dice y me ha dicho interiormente que no me preocupe, que Él estará conmigo en esta misión. Y me alegro, pues, porque esta es una diócesis de sacerdotes jóvenes y creo que vamos a trabajar bien. Sí, contento en esa parte: poder servir a la Iglesia.
¿Conocía con anticipación que sería nombrado?
No. Se oían rumores, pero el Nuncio (Jean-Paul Aimé Gobel) me avisó un día de estos. ¡Claro!, primeramente me llamó para expresar si estaba dispuesto a recibir este cargo, entonces me dijo: ‘te comunico: está esta propuesta para ti. ¿La aceptas?, Vaya pensando y me lo comunica’. Y así fue. Le comuniqué al siguiente día y después el lunes me confirmó, el lunes por la mañana.
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Monseñor, la iglesia está atravesando una etapa crucial, viene el cambio del Arzobispo de Managua, por ejemplo, ¿cómo va a enfrentar, ahora como Obispo de Jinotega, esta transición?
Bueno creo que… (reflexiona brevemente), es decir, ¡algo quiere el Señor! Siempre ese Espíritu Santo, que está en la historia, va renovando, va dando una respuesta al pueblo de Dios en esos momentos así. Veo pues que allí son signos del Señor en esta parte de la Iglesia en Nicaragua. Lo veo con mucha esperanza y como algo nuevo que también espera el pueblo de Nicaragua, de apoyarlo en esta situación bastante difícil que está viviendo. Creo que (se necesita) más unidad, unidad entre los obispos en el aspecto pastoral, en el aspecto también de orientar y animar al pueblo de Nicaragua.
¿Y cómo incidirá usted para lograr eso?
Veremos cómo (hacerlo), con la ayuda del Espíritu.
Fray, la Diócesis de Jinotega ha sido bastante cuestionada en los últimos años por casos de corrupción, por ejemplo el caso de Cáritas, después del (Huracán) Mitch, ¿Cómo piensa enfrentar como Obispo estos señalamientos?
Bueno, te voy a decir que no estoy muy al tanto de la situación. Entendí que en un tiempo se dio ‘esa cosa’ y que el Obispo (Lisímaco Vílchez) había comenzado a dar respuesta, pues, a superar eso. Esperamos que yo encuentre algo diferente, que haya una transparencia, pero que sí, yo voy a tratar todo lo posible para que haya transparencia en el trabajo que yo realice porque así debe ser.
Esa situación provocó una especie de pleito interno entre algunos sacerdotes, ¿se superó?, ¿cómo va a enfrentar esa situación?
Creo que los acontecimientos y los problemas ya fueron del pasado y que tengo que retomar algo nuevo, y claro con el deseo de unificar, unir al presbiterio, sacerdotes, y eso pues, tenemos que, un poco, hacer ese esfuerzo de unificar y librarnos de los prejuicios, de las tensiones que hayan habido en el pasado. Hay que superarlo.
Bueno, ¿cómo será su trabajo pastoral?, se menciona de que a usted le gusta mucho trabajar con las nuevas generaciones.
Bueno lo que yo pretendo es primero conocer, visitar todas las parroquias, conocer la situación y de esa realidad pues entrar con un plan pastoral en las parroquias y después a nivel de la Diócesis para que haya unidad en el plan de trabajo porque hoy sabemos que la demanda es mucho y si no estamos unidos no vamos a hacer un buen trabajo. Entonces, unificar esfuerzos y criterios para un plan pastoral.
Se dice que no le gustan mucho las celebraciones tradicionales, ¿las mantendrá con su episcopado?
Claro, claro. Si eso es parte de (hace una breve pausa), claro, dándole siempre, encaminándoles (a los católicos) siempre a ese encuentro con Jesús, porque en toda nuestra religiosidad tiene que haber un encuentro con Cristo.
¿Y para que los jóvenes vuelvan su interés hacia la iglesia?
Bueno, debemos primero nombrar a una persona que tenga ese carisma para trabajar. Siempre hay un vicario de pastoral juvenil y también motivarlos (a los jóvenes) a través de retiros. Retiros en todas las parroquias y tomarlos en cuenta en el trabajo pastoral también. Motivarlos.
¿Qué cambios estructurales tendrá la diócesis de Jinotega ahora que usted fue nombrado Obispo?
Ahorita no te puedo decir. En este momento, a como te digo, tengo que conocer bien la situación, la realidad. Yo he tenido conversaciones con los sacerdotes pero todavía no, ¿verdad? Sé que son buenos, son personas dispuestas a trabajar, pero eso se verá en el camino.
¿Qué piensa sobre hacer política desde el púlpito? Algunos sacerdotes del país son criticados por eso. ¿Usted lo permitirá en Jinotega?
No, eso no. Eso va en contra del Evangelio.
¿Cree usted que la Iglesia ha jugado ese papel demasiado político?
Lo que pasa es que no puedo juzgar, pero a lo mejor se ha manipulado, ¿verdad? Lo han manipulado, a la Iglesia. La Iglesia ha querido ser buena, amistosa y a veces si nosotros no tenemos ese criterio fuerte, pueden manipular o manejar. Esa es la realidad.
¿Usted va a ser fuerte para que no lo manejen?
Eso sí. Creo que con la fuerza del Espíritu.
¿Qué influencia tendrá la comunidad franciscana en la Iglesia Católica de Nicaragua, ahora que usted se suma como Obispo?
Bueno, pues llevar esta espiritualidad franciscana en la Conferencia Episcopal, en la Iglesia. Creo que ese es el aporte que yo hago, haré pues, desde el Espíritu Franciscano, ese aporte a la Iglesia, a la Conferencia y al trabajo pastoral.
¿Cuál es la diferencia entre la Orden Franciscana y otras congregaciones?
Te voy a decir que tal vez no es que haya diferencias. Lo que pasa tal vez es la formación nuestra, que se nos ha formado desde ese espíritu de desprendimiento, esa formación desde los primeros momentos de entrar tanto en la Orden como en la iglesia, verdad, entonces hay una formación con más exigencias y eso. La espiritualidad es del Evangelio, todos tenemos como fuente y vida al Evangelio, ¡todos!, porque esa es la palabra que San Francisco decía: ‘la vida y norma de los frailes es vivir el evangelio’. Claro, como te digo, eso depende mucho de la formación y la disponibilidad de la persona en su corazón.
¿Ya recibió notificación para reunirse o algo, para establecer la fecha de su próxima consagración como Obispo?
Todavía no. Creo que este lunes voy a estar con los Obispos para platicar un poco sobre eso.
Influenciado por el Padre Odorico
Hijo de don Justino Herrera y doña Margarita Gutiérrez, ambos ya fallecidos, Fray Enrique Herrera nació en Managua, el 21 de diciembre de 1948. Es el mayor de nueve hermanos y único sacerdote en la numerosa familia en la que tres de sus primas son religiosas.
“Mis abuelos son de esta tierra del norte. De aquí de Suní, buscando para (la comunidad) San Marcos. Luego se fueron para La Trinidad, pero, por razones de enfermedad de mi mamá, ella fue atendida en el hospital antiguo de Managua. Por eso nací en Managua, pero después regresamos a La Trinidad”, relata Fray Enrique.
Allí estudió primaria y luego fue uno de los alumnos fundadores del ciclo básico de bachillerato en el Instituto de San Isidro. Continuó sus estudios en el Liceo Agrícola de Matagalpa donde se graduó como bachiller y técnico en agronomía y finalmente obtuvo el diploma de ingeniero agrónomo en la Universidad Agraria de Estelí.
“Estuve trabajando un tiempo en una finca, pero como que no me llenaba ese trabajo… mi mamá me dijo: ‘anda, ve donde el Padre Odorico, tal vez te ayuda’. Y así pues fue que me encontré con el padre Odorico y me dice: ‘ah, ¿usted viene a buscar tal vez puede entrar en la orden?’ Pues sí, le digo yo… entonces me invitó a quedarme un mes. Me quedé con él y ya luego me comunicó con los superiores de la Orden Franciscana. Luego fui a Costa Rica tres meses y después a Guatemala a hacer el noviciado y estudios franciscanos”, recuerda el sacerdote.
Pero, una vez que usted conoció al padre Odorico, ¿qué influencia tuvo él exactamente para que usted tomara la decisión definitiva de ser religioso?
Bueno, su entrega, su humildad, su entrega total al Señor y al pueblo. El Padre Odorico me facilitó todo, él se sintió alegre y me proporcionó todo para poder encontrarme con los superiores (de la Orden Franciscana) y él me animó siempre.
Y cuando decidió quedarse, ¿cómo tomó esa noticia su familia?
Pues bien extrañada, porque no lo esperaban, verdad. A mi abuelita yo le dije que estaba con miedo, entonces tenía esas dudas, ese peso que era algo muy difícil, pero digo yo, bueno, a como lo estoy diciendo ahora, con la voluntad de Dios. Él es el que nos llama y así se puede vivir, porque Él es quien nos da la vocación.
Nota de Mosaico CSI: Monseñor Carlos Enrique Herrera fue consagrado obispo y asumió la Diócesis de Jinotega en ceremonia solemne realizada el día de San Juan, 24 de junio de 2005, en la catedral San Juan de la también llamada Ciudad de las Brumas.
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