Fátima Martínez vende ropa de segunda mano, al noroeste del atrio de la catedral San Pedro Apóstol de la ciudad de Matagalpa. Aunque dice que “siempre me ha ido bien”, ahora resiente bajas ventas, porque la gente teme salir de sus casas ante la amenaza del covid-19, una pandemia que ha causado más de 170,000 muertes en el mundo.
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Para evitar enfermarse, Martínez dice solo ella está encargándose de atender el negocio que hace diez años comenzó con su hermana, y que esta no se exponga. “Casi no expongo a mi familia. Uno deseara estar en su casa, pero no se puede, tengo que trabajar para llevar el sustento”, expresa.
En el tramo que abre a las 4:30 a.m. todos los días, Martínez dice que sus ventas han disminuido “por el problema de la pandemia, andamos con mucho cuidado”.
Martínez revela que algunas de sus ventas son porque comenzó a entregar encargos a domicilio a los clientes que así lo deseen y de esta forma solventar algunos gastos diarios, pero siempre con la esperanza que la crisis sanitaria que enfrenta el país mejore y que se pueda normalizar el movimiento de las ventas.
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También con ventas de rosquillas
A pocos metros del negocio de Martínez, el joven Waldemberg Castro ofrece rosquillas somoteñas en un tramo que estableció hace varios meses con su esposa, en la acera frente a la entrada principal de la catedral.
Castro manifiesta que han sentido el impacto económico durante la pandemia. “Por el mismo miedo la gente no quiere salir a la calle y nos afecta a los vendedores. Normalmente vendíamos a diario 100 o 70 bolsas (de rosquillas) pero ahorita se han bajado a 40 o 30 bolsas. Es un gran cambio”.
A raíz de la alerta por la pandemia Castro habilitó un número de Whatsapp para llevar los pedidos a los compradores hasta sus hogares, esperando que mejore la situación y estabilizarse económicamente.
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