Marcia del Socorro y Massiel del Carmen Hernández Flores, se levantaron más temprano a moler maíz y dejar lista la masa para que su mamá, María Francisca Flores, palmeara las tortillas del desayuno. Apresuradas, las hermanas Hernández salieron hacia la capilla de la comunidad Las Mercedes para dirigir el viacrucis de las 4:00 a.m. de aquél viernes 18 de marzo de 2011.
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Nueve años han transcurrido; pero, la memoria de María Francisca está intacta y con todo detalle relata lo pasado aquella madrugada: sus hijas le dicen que la masa está lista y que evite jalar agua, porque ellas lo harán cuando vuelvan del viacrucis. Massiel, de 22 años, iba de blusa café, falda gris y zapatos negros “de esos que tienen hebillita”. Marcia, en tanto, tenía 34 años y vestía una blusa amarilla con rayas y una falda azul. Le sonrieron antes de salir.
Fue la última vez que las vería con vida. Habían quedado de volver a las 6:00 a.m.; sin embargo, tres horas después el padre de las muchachas, Nieves Hernández, llegó con unas compras y asustado le dijo a su esposa: “dicen que hay dos muertos en el río”. María Francisca tenía la esperanza de que sus hijas se hubieran atrasado por ir a buscar unos elotes que un día antes les ofreció el dueño de una finca vecina.
“Tal vez andan buscando esos elotes”, le dijo María Francisca a su esposo, pero este, dejando las bolsas que llevaba, se fue al lugar donde ya había una multitud y estaba la Policía. “Una prima se me acerca y me dice: ‘no se asuste, pero son sus hijas las que asesinaron’. A Nieves el mundo se le vino encima.
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Aquel viernes de cuaresma, las hermanas Hernández no pudieron llegar al viacrucis. En el río fueron interceptadas por el asesino. Horas después, la Policía dio con Aníbal José Meza Gutiérrez, quien vivía cerca de la casa de las hermanas Hernández. El hombre inicialmente aseguró que únicamente había sido testigo del crimen, pero su versión parecía contradictoria y estuvo retenido.
Asesino quiso desviar investigación
Mientras estaba retenido en la unidad policial departamental en Matagalpa, el 20 de marzo de 2011, Meza fue abordado en exclusiva por la Revista Informativa Mosaico y se declaró inocente: “Diosito sabe que no tengo que ver en eso, me siento limpio, tranquilo”, aseguró.
Camisa a rayas, pelo chirizo desaliñado y un chimón en la nariz, Meza culpó a tres hombres a los que identificó como “Miguel Tercero González, ese Marvin conocido como ‘El Garrobo’ y apellido Rivera Aguirre y Victorino Tercero González”.
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Las hermanas Hernández “bajaron a las 3 de la mañana…, ellos se le tiraron encima, las agarraron a violar y después que las violaron las mataron”, aseguró Meza en su afán por desviar la investigación.
Pero, las indagaciones policiales determinaron que Meza mentía. Días después, el Ministerio Público lo acusó por el doble crimen. Mientras tanto, organizaciones defensoras de las mujeres, movimientos religiosos y población en general se movilizó exigiendo justicia y castigo para el asesino.
Dos meses después, en mayo de 2011, Meza fue condenado a 62 años de prisión. Un juez le impuso 25 años de prisión por el asesinato de cada una de las hermanas Hernández; 10 años por violar a Massiel y dos años por profanar el cadáver de Marcia.
Mujeres de campo y religión
Las hermanas Hernández Flores eran mujeres de campo. Massiel era la menor de todos. “Siempre salíamos al campo a buscar leña, a lavar ropa, a jalar agua”, recuerda Lesbia Hernández Flores, la mayor de las mujeres.
A su hermano Nieves Francisco lo incluían en los juegos infantiles. “Jugábamos al cuartel”, relata Lesbia.
Marcia y Massiel optaron siempre por la vida de campo. Les gustaba la agricultura. En el terreno de sus padres, de una manzana de extensión en Las Mercedes, cultivaban granos básicos y plantaron unos árboles de jocote, también malangas, plátanos y algunos cafetos.
Mientras trabajaban en la huerta, pasaban ensayando cantos religiosos, recuerdan los familiares; pues Massiel era delegada y celebraba la palabra en la capilla los jueves y domingo, mientras que Marcia era la encargada del coro, recuerda su hermano Nieves Francisco.
Agrega que “Yo trabajaba en Matagalpa, pero ellas me decían que las acompañara a las comunidades al sur, El Bijao, Las Mesas…”, entre otras comunidades, al menos 18, donde iban a evangelizar.
¿Mártires de la iglesia?
Monseñor Jorge Solórzano Pérez había sido designado obispo de Granada, pero en esas fechas fungía simultáneamente como administrador diocesano en Matagalpa, donde hasta pocos días antes había sido el octavo obispo y donde había conocido a las hermanas Hernández, a quienes consideró mártires de la iglesia, aunque para ese nombramiento la iglesia exige “todo un proceso”.
Para los familiares, es confortante que las hermanas Hernández murieron “sirviendo al Señor”, aunque Nieves Francisco señala: “han pasado nueve años, pero es como que fue ayer, es algo que uno lo tiene en mente y no se olvida así por así”.
“Me uno a la voz del pueblo, como obispo que las conocí, pero indudablemente (para declarar mártires a las hermanas Hernández) hay que hacer todo un proceso y no porque lo diga la gente o lo diga yo es que ya oficialmente son mártires, sin embargo para el pueblo eso es muy importante y yo, que lo he visto también, doy ese testimonio de que ellas han dado su vida por Cristo”, refirió monseñor Solórzano, el 24 de marzo de 2011.
La Iglesia considera mártires a los cristianos que han confirmado con sufrimiento y muerte el testimonio de su fe.
Monseñor Solórzano, quien fungió como el octavo obispo de Matagalpa (2005-2010), insistió en que “indudablemente hay todo un proceso para que sean declaradas oficialmente mártires, y también pueden llegar a la santidad un día esas muchachas, porque eran santas esas jóvenes y pueden llegar a ser santas un día si iniciamos el proceso”.
“Yo no dudo de eso, porque eran puras esas muchachas, yo las conocí y eran de una pureza increíble, yo tengo todos los escritos de Massiel y si los analizamos son escritos de un alma pura, entonces damos testimonio y yo creo que se puede perfectamente iniciar un proceso para que se puedan dar esos pasos y llegar a ser mártires, héroes, a ser beatificadas y santificadas en un proceso que se haga en la Iglesia con el tiempo”, agregó el jerarca católico.
La familia de las hermanas Hernández desconoce si ese proceso inició.
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