
Familiares de la activista matagalpina Esperanza Sánchez García, de 51 años, están angustiados porque nada saben oficialmente sobre el paradero de la mujer que presuntamente fue secuestrada por parapolicías que se movilizaban en un carro blanco, el domingo 26 de enero recién pasado, en Managua.
Sánchez García ha sido una activista opositora al régimen de Daniel Ortega y, además de haber participado en marchas y protestas desde abril de 2018, también estuvo apoyando las ferias azul y blanco realizadas por excarcelados políticos.
La activista reside con sus tres hijos mayores en el barrio Pancasán de la ciudad de Matagalpa; sin embargo, por el asedio y amenazas en su contra, hace un poco más de un mes tuvo que marcharse de Matagalpa y buscar alojamiento en casas de amistades, según refirió Sherly Sánchez García, una de las hijas de la activista.
La versión de un testigo es lo único que conocen los familiares de Sánchez García: ella estaba en una casa en la carretera a Masaya, donde varios parapolicías bajaron de un carro blanco con placa M 112431 y se la llevaron. “Se dice que en los alrededores había camionetas de la Policía”, dijo Sherly.
La joven dice que el lunes anduvo en Managua y “nadie me daba información… anduvimos por varios lugares y seguimos en el aire”. La Policía tampoco les dio información en las nuevas instalaciones de la Dirección de Auxilio Judicial conocidas como el nuevo Chipote.
Sherly apuntó que fue la mañana de este martes cuando agentes del nuevo Chipote aceptaron la comida que le llevaban unos activistas a la matagalpina, por lo que presume que allí la tienen presa.
“Oficialmente no tengo información, solo lo que me dicen de que aceptaron la comida para ella. Iré mañana (miércoles) a ver qué puedo hacer allí, dejarle algunas cosas, tal vez me dejan verla”, dijo Sherly, quien además contó que su casa en Matagalpa había sido marcada con la palabra plomo por fanáticos del régimen.
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