Pompeo, en un paréntesis de su visita a Costa Rica, escuchó a los nicaragüenses Lucía Pineda, periodista encarcelada por casi seis meses por rehusarse a dejar de informar; escuchó de Medardo Mairena, también encarcelado y liberado; y de Ana Quirós, activista de temas sociales que fue de las primeras agredidas en abril del 2018 cuando sufrió heridas en la cabeza. Estuvieron también dirigentes de la Alianza Cívica y de la Unidad Nacional Azul y Blanco que ahora pretenden trabajar en unidad.
Le explicaron que en Nicaragua la oposición está haciendo su parte trabajando para alcanzar la unificación de todos los sectores que están contra el gobierno de Daniel Ortega, alrededor de la Gran Coalición Nacional. Y le pidieron que, paralelo a lo que se hace internamente, es vital que se siga presionando a Ortega mediante las sanciones internacionales que ya empezaron a caer sobre el gobierno y sus principales figuras. Le insistieron en que las sanciones afectan a Ortega y son la única vía que queda para presionarlo a que dialogue con la oposición.
Tras escucharlos durante una hora, Pompeo no hizo a los nicaragüenses ningún comentario, y mucho menos promesas de cuáles serán las siguientes sanciones que podrían imponerse al gobierno de Ortega, que rehúsa sentarse con la oposición a discutir profundas reformas electorales que conduzcan a elecciones libres y transparentes y que apaciguen los ánimos, caldeados desde la jornada de protestas del 2018 que dejó muertos, heridos, encarcelados y desaparecidos.
A través de su cuenta en Twitter, Pompeo dijo sentirse “ muy conmovido tras escuchar a los nicaragüenses de la Alianza Cívica y la Unidad Nacional Azul y Blanco, así como de exiliados nicaragüenses que luchan por reinstaurar la democracia en su país”.
“Fue una reunión muy humana porque las víctimas de la represión estaban ahí”, explicó Juan Sebastián Chamorro, dirigente de la Alianza Cívica, refiriéndose, entre otros, a la periodista Pineda, al dirigente campesino Medardo Mairena, y al dirigente de la Unidad Azul y Blanco, Félix Maradiaga, todos de los cuales han sido encarcelados o agredidos. Chamorro también fue agredido recientemente por un policía antimotines cuando intentó defender a la madre de un prisionero político que era agredida por los policías cuando ya había caído al suelo.
“Fue una reunión de altísimo nivel en la que Pompeo dijo que quería escuchar para en base a eso ayudar a dirigir las políticas”, señaló Chamorro.
“Fue una reunión positiva que refleja el interés del Gobierno de los Estados Unidos en la democratización de Nicaragua”, dijo Violeta Granera, una experimentada activista social que ahora es parte de la dirigencia de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB). “En la reunión participamos delegados de la Unidad, la Alianza Cívica y activistas del exilio. Fue una reunión franca y constructiva. Se le compartió los avances de unidad en Nicaragua con la convocatoria a formar la Coalición con una amplia participación ciudadana. Se le agradeció el acompañamiento del gobierno de los Estados Unidos y se le instó a continuarlo”.
Los nicaragüenses que participaron en la reunión insistieron ante Pompeo, que deben aumentarse las sanciones hasta obligar a Ortega a sentarse de buena fe con la oposición, y rechazaron el proyecto de reformas electorales que Ortega planea aprobar próximamente sin un consenso con la oposición.
“Es que se tienen que tomar en cuenta los derechos humanos, cómo se va a hablar de elecciones sin libertad de expresión”, dijo Pineda, de 100% Noticias, quien estuvo encarcelada durante 172 días por insistir en su labor informativa, a pesar de las presiones y amenazas del gobierno.
“Fuimos enfáticos en trasladarle al señor Secretario el sentido de urgencia que tenemos en Nicaragua. Primero, por el sufrimiento al que está siendo sometido el pueblo de Nicaragua dentro y fuera del país. Y por lo tanto la urgencia de la liberación de los presos políticos, el cese a la represión y el retorno seguro de los exiliados”, explicó Granera. “Y además, porque tenemos pocos meses para lograr una derrota del régimen por la vía electoral, con un clima electoral propicio y con reformas electorales de fondo y aceptadas por la sociedad nicaragüense”.
Los participantes en la reunión no quisieron hablar sobre las sanciones específicas que se mencionaron a Pompeo para aplicar al gobierno de Ortega.
Entre los opositores, en privado, se barajan como opciones la suspensión de Nicaragua de la Organización de Estados Americanos (OEA), lo cual lo aislaría políticamente y le complicaría la ya severa recesión económica; se habla asimismo de suspender a Nicaragua del Tratado de Libre Comercio de Estados Unidos con Centroamérica (CAFTA, por sus siglas en inglés), lo cual sería un golpe devastador ya que podrían perderse unos 200,000 empleos de zonas francas que tendrían que mudarse a otros países de la región para seguir optando a los beneficios arancelarios del tratado comercial; se habla también de la posibilidad de presionar a los militares mediante una intervención del fondo de retiro de más de 200 millones de dólares que tienen para sus oficiales y el cual se negocia en la Bolsa de Valores de Nueva York.
“Nosotros lo que le dijimos es que es importante que las sanciones continúen y ya veremos qué resuelven”, explicó Chamorro. “Aquí lo más importante es que el Secretario de Estado se tomó el tiempo de su ocupada agenda para sentarse a escuchar a los nicaragüenses”.
Además de las sanciones, otro tema importante que se abordó con Pompeo es la enorme necesidad de asistencia que existe entre los miles de nicaragüenses que han salido del país a raíz de la violencia y que ahora están refugiados en países vecinos o en Estados Unidos.
“Que se ayude a los que están refugiados en Costa Rica y que se flexibilicen sus políticas con los que llegan allá (a EEUU) y los echan presos”, explicó la periodista Pineda. “Porque si los deportan, al llegar a Nicaragua, van a la cárcel a condiciones muy duras”.
Costa Rica ha acogido a más de 75,000 nicaragüenses y les ha facilitado su estadía en ese país que históricamente ha abierto sus puertas a los vecinos del norte cada vez que se encuentran en plena temporada de guerra civil.
Pero a diferencia de los inmigrantes venezolanos, para los que Estados Unidos aprobó un paquete de ayuda humanitaria de unos 400 millones de dólares, para los nicaragüenses no se ha destinado ayuda mas que la que el gobierno de Costa Rica ha podido destinar de sus propios recursos. Además de los nicaragüenses, Costa Rica había acogido ya a miles de venezolanos e incluso colombianos que llegaron buscando paz y subsistencia al país centroamericano con la más robusta democracia.
“Es importante que se ayude a esta gente”, dijo Pineda, quien desde poco después de ser liberada, se trasladó a Costa Rica desde donde informa sobre lo que ocurre en Nicaragua a través de internet y las redes sociales.
Granera explicó que también se le habló a Pompeo sobre los nicaragüenses que afrontan la deportación a Nicaragua luego de haber huído a Estados Unidos con la esperanza de recibir asilo político, a pesar de los obstáculos que la administración de Donald Trump ha impuesto a quienes llegan de Centroamérica tras ese estatus.
“Se le pidió que valoraran la situación de quienes llegan a los Estados Unidos huyendo de la violencia para que no sean expuestos con la deportación a Nicaragua a cárcel, tortura y represión”, explicó Granera. “De igual manera, se le compartió la situación de las y los exiliados en Costa Rica y se le instó a apoyar al gobierno de Costa Rica para su atención”.
Fuente: Voz de América
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