María Vicenta Martínez Obregón tiene 45 años y vive en la comunidad Los Limones, a unos 10 kilómetros de la cabecera municipal de San Dionisio, departamento de Matagalpa, donde ya hace planes para ir, como cada año, a los cortes de café que están comenzando en las zonas bajas de los territorios cafetaleros.
La cosecha del ciclo productivo 2019-2020 está en la llamada fase de graniteo o recolección de los primeros granos principalmente en fincas del departamento de Matagalpa. Sin embargo, Martínez acostumbra ir a la zona de La Pavona, en el departamento de Jinotega, donde calcula que la maduración será mejor a finales de noviembre, por lo que estima que su viaje sería el 25 de este mes.
En la familia de esta mujer es una tradición ir a los cortes de café. “Mis abuelos llevaban a mi papá y ya después mi papá me llevaba a mi cortar café”, recuerda Martínez. Tenía 13 años cuando se integró por primera vez como cortadora. Sus hermanos también iban a los cortes de café.
Años más tarde, Valerio, el esposo de Martínez, también se incorporó a esa tradición, hasta que él murió por causas naturales.
Cuando enviudó, hace 14 años, Martínez quedó a cargo de sus tres hijos que entonces “estaban chiquitos”. Ahora tienen 24, 22 y 20 años y también se han unido a la tradición de ir a cortar café.
“Como quedé sola, salgo (a los cortes) con mi papá, con mis hijos, mis hermanos y algunos amigos… salimos a ganar porque aquí (en San Dionisio) en esta época no hay nada qué hacer y si nos quedamos sentados no vamos a poder comprar nada de lo que necesitamos”, dice Martínez.
San Dionisio destaca por la producción de frijol y maíz en los subciclos productivos de primera y postrera. Este último está ya en la fase de recolección y, según Martínez, “los chavalos me dicen que están apurados con tapiscar el maíz y guardarlo para ir a los cafetales”.
Martínez señala que ya conoce bien la zona a la que irá a cortar café. Tiene contactos que le han dicho que este año la cosecha será mejor que la del año pasado y espera quedarse allí con su familia hasta la fase de repela, que es la recolección de los últimos granos de las plantaciones.
“Allí nos han tratado bien… la comida ha sido buena, nos dan tratamiento cuando nos enfermamos y la comida es bien aseada y diario hay mejoras”, sostiene Martínez.
Agrega que el dinero que ganan durante la temporada, lo usan “para comprar los estrenos y otras cosas que uno necesita, porque no solo es ropa y calzado”. Además, logran festejar la Navidad y Año Nuevo en familia, pero también queda algo de recursos para comprar insumos agrícolas para las siembras de granos básicos cuando vuelvan a San Dionisio.
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