“La de a peso”… Vida de Lillian Somoza Debayle

La vida de Lillian Somoza, hija de Anastasio Somoza García

Mosaico CSI
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La imagen de Lillian Somoza ilustró el billete de un córdoba por 20 años. Tomado de Internet

Para nadie era permitido quedarla viendo mal o tocarla ni con el pétalo de una rosa, pues ella no era la típica leonesa. Era una primogénita, millonaria, sobrina y hermana de tres presidentes nicaragüenses, y sobre todo era la consentida de su papá Anastasio Somoza García. Se trataba de Lillian Somoza Debayle.

“Lilly”, como era conocida entre sus familiares, nació un tres de mayo de 1921 en “cuna de oro”, ya con 20 años fue reina del Ejército luciendo una corona de oro y diamantes de la Virgen de la Candelaria, tenía calles y edificios con su nombre y su rostro hasta decoró los billetes de un córdoba, de 1940 a 1960.

“La imagen que utilizaron en el billete fue cuando ella participó en un reinado internacional representando a Nicaragua, lo extraño es que su traje era un chaleco de cuero y una enorme pluma en la cabeza, atuendo que no representaba adecuadamente al país”, cuenta Rosa Emilia Jirón, administradora de bienes culturales del Banco Central de Nicaragua (BCN).

Lillian Somoza
Tomado de Internet

El carácter del papá

Lillian era una copia de su papá, era un Anastasio hecha mujer, quizás esto los unía más, pero le causaba recelo a su madre, Salvadora Debayle. Así también era la más alejada de la política de su familia, pues siempre estuvo pendiente de ser ama de casa y cuidar a su esposo Guillermo Sevilla Sacasa, quien era 13 años mayor y lo llamaba cariñosamente “tío”, quien también era su pariente, con quien procreó nueve hijos.

Fue una mujer reservada, hasta que en 1993 rompió el silencio y le contó miles de anécdotas al periodista Gabriel Traversari, quien las dejó impresas en el libro “La hija del dictador”, como parte de la historia un no tanto conocida del país.

Traversari relata que la devoción que tenía Lillian por su papá era tanta que una vez, estando en el colegio la Inmaculada se peleó con una chavala que frente a las monjas dijo: “Lo que pasa es que este Somoza es un asesino”.

“Yo solo oí Somoza y asesino y me le acerqué inmediatamente, ¿quién dijiste que es el asesino? La tipa se dio vuelta y al verme exclamó con mayor desprecio: ‘Pues Anastasio Somoza, tu papá ¿quién más?’”, le relató Lillian a Traversari.

Lillian le volvió a preguntar a la jovencita y antes que dijera una palabra, la empujó contra los pupitres, la tiró al suelo y casi le arrancó el pelo. Desde esa vez, muchas no volvieron a mencionar nada que tuviera que ver con Somoza por miedo.

Un córdoba o peso
La imagen de Lillian Somoza ilustró el billete de un córdoba por 20 años. Tomado de Internet

Ya en una escuela de Estados Unidos hubo otro par de compañeritas que se reían de ella porque decían que seguramente no sabía cómo tender la cama, porque era hija de un presidente. Ella solo respondió “¿Quiere que le enseñe?” y todas se quedaron pasmadas cuando la cama quedó perfecta.

El noviazgo

Estando en Managua, la joven era quien decidía lo que la familia presidencial y sus visitas debían comer. Don Guillermo Sevilla era uno de los invitados permanentes, pues era abogado de la familia y cada vez que podía decía: “¡Qué rica esta comida!” “Ah pues fue mi hija que la escogió”, decía “Tacho”.

Este era apenas uno de los tantos pretendientes de Lillian. Pero ella solo quería tener tiempo para los estudios, pues quería graduarse en Medicina, sin embargo, sus amigas se babeaban cuando veían pasar a don Guillermo. “¡Qué coqueto, qué serio, qué lindo se viste!” En un día de tantos, de la insistencia, Lillian decidió ver qué podía resultar de esa amistad.

Lo malo era que este joven tenía fama de dejar a sus novias esperando en el altar. Pero esta vez quien lo hizo esperar fue Lillian, por que el propio día de su casamiento tuvo fiebre.

La boda más sonada

Al fin, el 1 de febrero de 1943 se casó con Guillermo. Se repartieron 500 invitaciones y el pastel era una pieza merecida de no darle ningún mordisco, porque medía dos metros de alto y fue confeccionado por doña Cristina Lacayo, de Granada, según se detalla en la edición del domingo 31 de enero de 1943 de La Prensa.

Después de la ceremonia religiosa, efectuada en la Casa Presidencial de aquel entonces, los novios pasaron bajo las bóvedas de acero que formaban las espadas de los oficiales de la Guarda Nacional. Solo el anillo de bodas costaba 20 mil dólares.

Como aquella noche su papá no los dejó ir a Montelimar, ellos decidieron esperar dos semanas, pero cuál fue su sorpresa que Anastasio había preparado la maleta para ir con ellos, pero esta vez los dejó solos, aunque la luz del cuarto de “Tacho” no se apagaba nunca, es más, hasta veía por las rendijas de la puerta, pero al rato se durmió, anécdota que cuenta Traversari en conversaciones con Lillian.

Después de ese viaje llegaron los hijos, totalizando nueve. Con los años, la pareja y sus bebés tuvieron que decirle adiós a Nicaragua para instalarse en Washington D.C., representando diplomáticamente a Nicaragua. Desde esa vez Lillian no vivió nunca más en su país.

Mucho tiempo después y una vez allá recibieron la noticia de que “Tacho” había muerto. Lo habían baleado en una fiesta en León el 21 de septiembre de 1956 y Lillian tenía 35 años. Ella solo se hacía preguntas.

“Más que ver a mi papá, me impresionó el estado en que encontré a mi mamá. Lloraba incontrolablemente (…) ‘No me dejés sola’ me decía mi mamá”, relata Lillian en el libro “La hija del dictador”.

Este hecho acercó más a su mamá. Se dedicaba a bañarla, vestirla, cuidarla hasta el día que su corazón dejó de sonar. Lo mismo hizo con Guillermo, quien sufría constantes hemorragias en la próstata, hasta que una noche, mientras ella miraba una novela, su esposo yacía muerto en el suelo.

Estando en aquella enorme casa en Estados Unidos, Lillian Somoza, cuyos familiares habían excedido los 500 millones de dólares, muere el 14 de mayo del 2003 a sus 82 años. Esta mujer, aunque la mayor parte de su vida la pasó en el exterior, en Nicaragua aún es recordada por la fotografía que ilustró el billete de un córdoba por 20 años, misma que dio origen al dicho: “Te hacés la de a peso”, la manera burlesca de decir que “te hacés la importante”.

Publicado el 21 de abril 2015 por Rosmalia Ann González | Periódico HOY

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