En un cementerio familiar en la finca que tenían allá en las montañas de La Esperanza de Kilambé, en el municipio de Wiwilí, departamento de Jinotega, serán sepultados los cuerpos de Edgard Aristo Montenegro Centeno —»Comandante Cabezón»—, de 55 años y su hijo Yalmar Antonio Montenegro Olivas, de 31, asesinados en el municipio de Trojes, departamento El Paraíso, Honduras, en la zona fronteriza con Nicaragua.
Después de varias horas de gestiones “difíciles” en el Consulado nicaragüense en Honduras, familiares de los fallecidos lograron obtener los permisos y repatriar los cuerpos hacia el municipio de Wiwilí, adonde llegaron a la medianoche del sábado, comentó Vivian Montenegro, hija de Montenegro Centeno.
Entre lugareños y pobladores de otras comunidades de los municipios de Wiwilí y Santa María de Pantasma, una multitud recibió los cuerpos con aplausos y vivas de quienes consideran “héroes por la libertad”.
“Los recibieron como héroes y no importa lo que digan las autoridades de este país, porque al final es el pueblo el que está dándoles el lugar que ellos merecen como héroes”, comentó Vivian sobre el recibimiento a los restos de su padre y hermano en la finca que tuvieron que abandonar en el Kilambé.
Miembro de la Resistencia Nicaragüense
Montenegro Centeno era conocido como “Comandante Cabezón”, el seudónimo que usó cuando fue miembro de la Resistencia Nicaragüense que combatió al primer régimen de Daniel Ortega en la década de los 80.
Después de desmovilizarse, “Comandante Cabezón” se reinsertó a la vida civil como productor de café y otros rubros. Pero, en 2018, se sumó a las protestas contra el régimen de Ortega que, a su vez, lo señaló de liderar el tranque en el sector de La Marañosa, Wiwilí.
Además, el régimen de Ortega acusó a “Comandante Cabezón” por la muerte del “policía voluntario” Héctor Noel Moreno, alias “Pasmado”, ocurrida el 13 de septiembre de 2018 en la comunidad El Jicote, a cuatro kilómetros del poblado de Wiwilí.
Debido a la persecución del régimen, Montenegro Centeno y varios de sus familiares, principalmente los varones, tuvieron que huir y abandonar la finca de aproximadamente 600 manzanas en el Kilambé, la cual, según Vivian, “por muchos meses estuvo tomada por paramilitares y policías”.
“Pero, para sorpresa de nosotros, ahorita no los encontramos en la finca ni en la carretera”, agregó Vivian, quien atribuye al régimen orteguista el crimen contra su padre y hermano.
Ningún familiar varón llegó a la finca
Por la persecución contra los Montenegro, ninguno de los hermanos varones de “Comandante Cabezón” pudo llegar al Kilambé para las honras fúnebres y, de su familia, las mujeres también son asediadas y amenazadas.
Incluso, según Vivian, “por la casa donde vivo en (la ciudad de) Jinotega, el viernes (28 de junio) pasó una patrulla de la Policía y me salí a ver, pero uno de los oficiales me gritó: ‘¿qué pasó Vivian?’, pero de una manera amenazante; entonces en mi dolor e indignación, les cuestioné por qué me hablaban así, la gente del barrio salió a ver y ellos (policías) me agredían verbalmente, entonces me armé de valor y les dije que si me iban a disparar lo hicieran de frente, no por la espalda como ellos acostumbran”.
“¿Qué creías, que no sabíamos dónde estabas?, habría dicho también uno de los policías a la hija de “Comandante Cabezón”.
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