Obispo de Matagalpa: “Todos tenemos que involucrarnos”

Mosaico CSI
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Monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de la Diócesis de Matagalpa. LA PRENSA/LUIS EDUARDO MARTÍNEZ M.
Obispo de Matagalpa
Monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de la Diócesis de Matagalpa. MOSAICO CSI|Archivo

El obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, exhortó este domingo 26 de mayo a los nicaragüenses a vencer las “tentaciones” de la desesperanza, el odio y la indiferencia, considerando que “es antievangélico dejarles a otros, y peor todavía sería, a unos pocos, el destino y la decisión del futuro y del presente de nuestra nación”.

A criterio de monseñor Álvarez, son tentaciones “gravísimas”, por cuanto “un pueblo sin esperanza, está sepultado; un pueblo que odia, se autodestruye y un pueblo que es indiferente está muerto en vida”.

Durante la homilía en la misa dominical en la catedral San Pedro Apóstol, el obispo aseguró que el pueblo es corresponsable de su historia, tiene rostro, nombre, voz, identidad y dignidad, por lo que “este pueblo del Cristo resucitado, siempre tendrá que ser el pueblo que tenga la última palabra como la tuvo Cristo dejando el sepulcro vacío”.

“Grave equivocación sería si algunos piensan que el pueblo únicamente es receptor de decisiones de otros, o como les decía, peor aún de pocos. ¡Grave error sería! Porque precisamente tenemos que contrarrestar esa tentación de la indiferencia y todos tenemos que involucrarnos, y todos tenemos que dar una palabra y todos tenemos que decir una palabra constructiva, propositiva, nuestra palabra no es ni puede ser nunca para destruir…”, agregó el obispo.

Monseñor Álvarez razonó que los nicaragüenses tienen su esperanza en Cristo crucificado y resucitado; pero, “el cristiano no puede volverse ajeno a la realidad que está viviendo, a la realidad que vive él mismo o ella misma y a la realidad que viven los demás, eso es tener puestos los pies sobre la tierra…”.

“Esta esperanza de ojos abiertos, que no es pasividad, sino que es trabajo y esfuerzo, lucha y conquista, por lograr lo que se espera, procede del Espíritu Santo”, apuntó el obispo.

Asimismo, señaló que en el país “hay una lucha titánica del demonio, del maligno, para que el corazón de los nicaragüenses abra, aunque sea una fisura, aunque sea una puertecita, una ventanita al odio. Una lucha, diría, permanente. Pero, nosotros, siempre movidos por ese Divino Espíritu… tenemos que mantenernos firmes en el amor, a los ultrajes, a los insultos, a las calumnias, a los señalamientos, a las condenas, al grosero y grotesco hablar, a todo aquello que busque cómo avivar, encender, en los corazones de los nicaragüenses los malos sentimientos, tenemos que responder con la fuerza del amor”.

Para monseñor Álvarez, quien odia es “pobremente débil”, pero “el que ama es un hombre fuerte”.

De la tercera “tentación”, el obispo de Matagalpa dijo que “el no ser indiferentes es tomar conciencia social”, asegurando que “ninguno de nosotros podría dejarle solamente a la Providencia Divina el curso de los acontecimientos, sucesos y situaciones históricas, porque Dios siempre esperará nuestra cooperación”.

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