Obispo de Matagalpa exhorta a la “solidaridad cristiana”

Mosaico CSI
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Monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de la Diócesis de Matagalpa. LA PRENSA | LUIS EDUARDO MARTÍNEZ M.
Obispo de Matagalpa
Monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de la Diócesis de Matagalpa. LA PRENSA | ARCHIVO LUIS EDUARDO MARTÍNEZ M.

Advirtiendo que “ya en Nicaragua se está padeciendo hambre”, el obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos exhortó a los nicaragüenses a practicar la “solidaridad cristiana” y a “compartir lo que tenemos para vivir” con los más necesitados.

Durante una homilía este miércoles 1 de mayo en la parroquia San José Obrero, en el poblado El Tuma, la segunda concentración poblacional del municipio El Tuma-La Dalia, el obispo lamentó que “en las ligas de la pobreza”, solo Haití supera a Nicaragua.

Sin embargo, apuntó que “ahora Nicaragua se está empobreciendo todavía más. Ya estamos hablando de más de 400,000 trabajadores que perdieron su empleo, imagínense cuántos hogares en todo esto se quedaron y se han quedado sin su entradita mensual, sin sus ingresos mensuales. Ya en Nicaragua se está padeciendo hambre, ya hay muchas familias que no están comiendo sus tres tiempos, ni siquiera dos tiempos”.

“Entré a una casa un día y me encontré que los hermanos estaban comiendo jocotes. Yo pensé que estaban haciendo un entremés, un tiempecito, darse un gustito de comerse un jocotito, y me dicen: ‘no monseñor, esta es nuestra cena’. En nuestras parroquias las filas de familias con hambre, que buscan alimentos, se han multiplicado, se han duplicado, se han triplicado”, relató el obispo en un mensaje en el que destacó tres de las múltiples virtudes de San José, el padre putativo de Cristo.

Una de esas virtudes de San José, según el obispo, es “la obediencia (que) nos lleva al servicio”, por lo que, reiterando que las parroquias están llenas de familias que buscan saciar el hambre, exhortó a los fieles a “pensar en la solidaridad”.

“Amadísimos hermanos, somos un pueblo valiente, somos un pueblo cristiano, somos un pueblo creyente, somos un pueblo fuerte, aunque pobres, también somos dignos y precisamente por eso, desde nuestra pobreza, vamos a compartir lo poco que tenemos, dando lo que tenemos para vivir, compartiéndolo con los demás, porque el que comparte entonces es feliz y el que comparte más, es más feliz”, dijo monseñor Álvarez, al final de su mensaje.

Antes, describiendo a San José como “el hombre del silencio”, monseñor Álvarez explicó que “solo quien dispone su corazón para silenciarlo a sí mismo, es capaz de abrirlo de par en par, completa y totalmente, para poder escuchar la voz de la otra persona”.

“Hoy en Nicaragua se habla tanto del diálogo, porque por naturaleza, todos necesitamos del diálogo, sobre todo, cuando hay conflictos y crisis que solucionar, señaló el obispo, refiriéndose a las negociaciones entre el régimen de Daniel Ortega y la Alianza Cívica por la Justicia y Democracia.

Un día antes, Ortega afirmó a sus seguidores que estaba librando una “batalla” en la mesa de negociación con los que llamó “miseria humana”, en referencia a la Alianza Cívica.

Sin embargo, el obispo Álvarez destacó que “una persona con bulla, con ruido interior, no va a ser capaz, jamás de escuchar al otro”, agregando que es necesario que los nicaragüenses “comprendamos radicalmente” que solo dialoga con autenticidad “quien se decide con claridad meridional a hacer silencio en su interior”.

“Solo así se puede hacer un auténtico diálogo que, como afirmaba San Juan Pablo II en su primera visita a Nicaragua, no sea simple táctica dilatoria, sino un verdadero encuentro y, como tantas veces les he dicho, el encuentro verdadero en el que nosotros creemos y al que apuntamos es aquél en el que somos capaces de mirarnos a los ojos sin tenernos miedo, sin humillarnos, sin sentirnos extraños…”, agregó monseñor Álvarez.

No perder esperanzas, dice obispo

El obispo de Matagalpa también describió a San José como “contemplativo”, afirmando que la contemplación permite admirar la creación y a las personas que están alrededor y por tanto amarlas.

Pero, el jerarca católico advirtió además que “lamentable y dolorosamente en muchos corazones ya se filtró el odio. Y es también lamentable y doloroso cómo hay gente que prácticamente se dedica, se está dedicando en Nicaragua, a suscitar odio, a avivar, a encender en los corazones de los demás, en los corazones de los nicaragüenses, el odio. Y el odio, hermanos y hermanas, conduce inexorablemente, conduce inequívocamente a la muerte, por eso es que el odio, definitivamente, estemos claros, destruye a un país”.

Para monseñor Álvarez, la desesperanza y el odio son de las “más terribles” tentaciones del demonio al pueblo nicaragüense y “hay personas en Nicaragua que ya no son capaces de mirar ni con respeto al otro, únicamente lo miran con ganas, con ganas de acabar con él o con ella. Es doloroso reconocer eso y nosotros como creyentes, nosotros como cristianos, no lo podemos permitir”.

“Aquí, en Nicaragua, el que pierde la esperanza, la esperanza en Cristo resucitado que nos ha abierto los cielos nuevos y nos ha hablado de tierras nuevas, es decir, la esperanza en un mejor porvenir, una nueva sociedad, una nueva Nicaragua, el que pierde esa esperanza es como que se entierre vivo, también les digo y les repito, el que le da cabida al odio en su corazón prácticamente se está destruyendo”, dijo el obispo Álvarez.

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