El joven de 21 años regresaba a su casa de una marcha azul y blanco el pasado 3 de junio en la ciudad de Matagalpa cuando un grupo de encapuchados armados lo secuestraron, lo trasladaron a Managua y durante diez días lo torturaron de distintas maneras: ahogamiento, choques eléctricos, quemaduras con cigarros y golpizas que lo dejaron por varios días inconsciente. El testimonio del muchacho fue incluido en el informe denominado “Sembrando el terror: de la letalidad a la persecución en Nicaragua”, presentado recientemente por Amnistía Internacional (AI), que identificó al joven con las iniciales A.B.
De acuerdo con el informe, el muchacho iba caminando cuando los “encapuchados armados, con uniformes negros, descendieron de una camioneta del Ministerio de Salud, para acto seguido, subirlo al vehículo de manera violenta. Una vez arriba, el joven relató que fue amarrado de manos y vendado de ojos”.
Al joven lo trasladaron a Managua, donde habría sido internado en un edificio y sometido a torturas durante diez días. Según el testimonio recabado por Amnistía Internacional, apenas llegaron al sitio, los encapuchados amarraron al joven a una silla y le sumergían la cabeza en un barril con agua para ahogarlo, al tiempo que le preguntaban quiénes dirigían los tranques, quiénes organizaban las protestas y cómo se organizaba el movimiento.
Marcha contra la represión
Por la tarde, cientos de matagalpinos participaron en la llamada “marcha contra la represión”, saliendo del atrio de la catedral San Pedro Apóstol hacia la “zona de las barricadas”, al suroeste de la ciudad.
El joven habría participado en esa marcha y regresaba a su casa cuando se lo llevaron los encapuchados, aunque sus familiares desconocían lo que le estaba ocurriendo.
Mientras tanto, el informe de AI relata que, en Managua, después que interrogaban al joven sumergiéndole la cabeza en el barril con agua, los encapuchados lo soltaron de la silla, lo lanzaron al piso y lo patearon durante varios minutos.
“Posteriormente, le habrían dado choques eléctricos en las piernas, en el brazo, en la espalda y en el tórax. En el pecho, además, le habrían cortado con un objeto cortopunzante. Tras los choques eléctricos, le habrían dado puñetazos en la cabeza, y le habrían quemado con un cigarro diferentes partes del cuerpo, entre ellas sus genitales. En ese momento, debido al dolor que sentía, A.B. habría perdido el conocimiento. Este tipo de actos se habrían repetido durante varios días”, refiere el informe.
El joven contó al organismo de derechos humanos que quienes lo secuestraron vestían pantalones azules, botas tipo militar, chalecos oscuros, camisa negra y capucha negra, además que todos portaban fusiles tipo AK, aunque no pudo distinguir si eran policías o paramilitares.
Se equivocaron de persona
Asimismo, el joven “narró que había más personas en el lugar en el que fue desaparecido durante 10 días. En ese tiempo pudo escuchar gritos de hombres y mujeres, que habrían estado igualmente sometidos a torturas. De acuerdo con A.B., durante los últimos días apenas podía moverse ni hablar. En el décimo día de estancia en ese lugar, habría llegado el mando del grupo de personas armadas, quien se percató de que A.B. no era la persona que él habría mandado desaparecer y ordenó que lo lanzaran en algún lugar donde pudiera ser rescatado”, indica el informe de AI.
El joven matagalpino apareció el 13 de junio en las inmediaciones de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN- Managua), donde algunos universitarios le encontraron sin habla, con falta de movilidad y pérdida de visión.
Once días de angustia
A las 10:00 a.m. del 13 de junio, una de las hermanas del joven recibió una llamada en la que le informaban que el joven estaba en Managua y que podían ir a buscarlo.
“No me dijeron quién llamaba, pero me lo pusieron al teléfono y hablé con él. Su voz se oía rara, pero era mi hermano”, contó a LA PRENSA ese mismo día la hermana de A.B., mientras buscaba apoyo en la delegación en Matagalpa del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
Desde que lo secuestraron “fueron 11 días de angustia, sin poder dormir, buscándolo por todos lados”, señaló entonces la hermana de A.B., contando que lo buscaron en la policía, hospitales y morgues, sin recibir respuestas.
La persona que llamó a la familia del joven se comprometió a llevarlo al Cenidh en Managua, donde lo recibieron y luego llevaron a un hospital. Aunque desconocían quiénes auxiliaron a A.B., la hermana agradeció que le hayan salvado la vida.
El 15 de junio, la hermana de A.B. pudo viajar hacia Managua, ya que su hermano seguía hospitalizado, mientras en Matagalpa persistían los tranques y otras protestas.
Seis semanas después, cuando lo entrevistó un equipo de AI, el 27 de julio, el joven todavía presentaba distintas lesiones y “se identificaron marcas de quemaduras en brazo y espalda, lesiones en la cabeza y pierna, y cortes en el pecho”, señala el informe.
Domingo tenso
Fue un domingo tenso cuando se dio el secuestro del joven. Matagalpa tenía cuatro días en los que universitarios, con el apoyo de otros pobladores, habían levantado tranques y 34 barricadas en el sector suroeste de la ciudad. Además, cientos de pobladores participaban en plantones y marchas, principalmente en fines de semana, en protesta contra el régimen de Daniel Ortega.
Según informó en esa ocasión LA PRENSA, en las primeras horas del 3 de junio, hubo detonaciones de morteros y armas de fuego en diferentes puntos de la ciudad. Quienes estaban en los tranques denunciaron haber sido atacados por paramilitares que se movilizaban en camionetas doble cabina y como resultado, nueve personas resultaron heridas; aunque en la nota de prensa número 38, emitida en Managua, la Policía se refirió a diversos hechos en el país y señaló que fueron 12 los heridos en Matagalpa, sin precisar identidades y atribuyéndolos a presuntos “actos terroristas”.
La versión policial precisaba que, a la 1:00 a.m. del 3 de junio, “grupos delincuenciales, encapuchados, con armas de fuego, artesanales, morteros y bombas molotov, realizaron actos terroristas en contra del ‘Zonal del FSLN’ (casa departamental del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional), creando terror y pánico entre los vecinos del sector, resultando 12 lesionados”.
Policías no recibieron denuncia
Mientras tanto, los familiares del joven relataron al organismo de derechos humanos que cuando fueron a la Policía a presentar denuncia sobre la desaparición, “un oficial les habría dicho que no tomaban ninguna denuncia, y que se fueran a denunciar con los curas, en tono de burla”.
“Debido al temor de que hubiera sido la misma autoridad la que lo detuvo y torturó, no interpusieron ninguna denuncia por tortura ante la Fiscalía”, indica el documento.
El informe agrega que “Amnistía Internacional considera que existen razones fundadas para pensar que las autoridades estatales tuvieron responsabilidad en el caso, debido a que A.B. habría sido detenido en un vehículo oficial (del Ministerio de Salud), así como desaparecido y torturado por agentes de la Policía Nacional o parapoliciales actuando con su aquiescencia”.
AI asegura que documentó al menos 12 casos de tortura, “presuntamente a manos de elementos de la Policía Nacional o de parapoliciales que obraron con la aquiescencia de la autoridad, durante los meses de junio y julio de 2018. En todos los casos, la finalidad de la autoridad para generar dolor o sufrimiento en las personas habría sido el fabricar evidencia testimonial contra líderes estudiantiles y sociales, obtener información sobre la organización de la protesta, así como castigar la participación en la misma”.
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