
El exmilitar Alfonso José Morazán, de 57 años, fue llevado este martes de la ciudad de Matagalpa a las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial de la Policía Orteguista, conocidas como El Chipote, en Managua, confirmaron sus familiares.
Morazán fue secuestrado cerca de las tres de la tarde del lunes a dos cuadras de su casa, en el barrio Francisco Moreno, al oeste de la ciudad, por civiles armados que andaban en motocicletas, refirió una de las hijas del también fundador del antiguo Ejército Popular Sandinista.
“Eran dos motos, lo subieron a una de ellas y se lo llevaron… fuimos a buscarlo a la Policía y nos dijeron que ahí se encontraba, pero no dieron más información”, contó Indiana Morazán, hija del exmilitar, quien denunció el caso ante el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), en Matagalpa.
La joven relató que este martes fue con una prima a la delegación departamental de la Policía, para llevar las medicinas que diariamente debe tomar su padre, pero les confirmaron que Morazán había sido llevado a Managua.
“Queremos saber cuál es el motivo, porque él no es ningún delincuente y su único delito, porque así le llaman en Nicaragua, aunque no es delito, como cualquier nicaragüense, se ha manifestado en diferentes marchas y es un derecho que tenemos, la libertad de expresión”, señaló Indiana.
Padre de activista
Morazán es también padre de Yaser Alfonso Morazán, un activista matagalpino y crítico del régimen de Daniel Ortega.
Indiana señaló que sus hermanos Yaser y Yáder, este último exfuncionario del Poder Judicial en Matagalpa, tuvieron que irse y están “en un lugar más seguro” porque el acoso contra ellos ha sido frecuente.
En una especie de autobiografía en la que relata su origen humilde y su experiencia como guerrillero para derrocar al régimen de los Somoza, y sus 11 años en las filas del Ejército, el militar en retiro también cuenta que ha laborado ocasionalmente como taxista y “a veces en negocios”. Aunque estaba desempleado, estudió la carrera de derecho y está a punto de graduarse en una universidad local.
Además, escribió que junto a tres de sus hijos “opinamos, escribimos y participamos en algunas marchas de la sociedad civil, de los estudiantes o de los que les dicen azul y blanco, siendo suficiente motivo para que hoy nos persigan como delincuentes, solo por ejercer el derecho de expresión…”.
Agrega que, tanto a las 7:40 a.m. del 10 de julio como a las 5:00 p.m. del día siguiente, “rodearon mi casa unos 40 encapuchados, entre policías y paramilitares, listas en mano, preguntando por mi hija y mi persona… Toda mi vida he luchado por la libertad y la democracia, antes armado, hoy con opinar y marchar. Si me encarcelan, ahí les dejo este pequeño recuerdo”.
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