Las principales calles de Matagalpa estuvieron repletas de feligreses católicos e incluso evangélicos y no creyentes, quienes se unieron este lunes a las solemnidades religiosas y procesión dedicadas a Nuestra Señora de La Merced, patrona de toda la diócesis que comprende a los 13 municipios del departamento de Matagalpa.
Durante la procesión, en la que este año no hubo participación de las bandas musicales escolares, muchos de los asistentes ondearon las banderas de Nicaragua y de la Iglesia; otros llevaron y lanzaron globos azules, blancos y amarillos, los colores que combinan en ambas banderas.
Sara Salgado portaba una bandera azul y blanco en la procesión, argumentando que “la patria está herida y (estamos) pidiéndole al Señor que nos sane de estas llagas que estamos padeciendo en nuestra amada Nicaragua”.
En tanto, otro feligrés que llegó de San Dionisio y sugiriendo anonimato expresó que la bandera “es el símbolo que debemos portar todos los que amamos a Nicaragua y andamos pidiendo por un cambio, sobre todo por la paz”.
Durante el recorrido de un poco más de dos kilómetros, la feligresía entonó cantos dedicados a la Virgen al tiempo que rezaban el Santo Rosario, aunque también hubo quienes llevaron pancartas con mensajes demandando la liberación de los presos políticos en el país.
“Virgencita querida, ayudanos a que se haga justicia. Fuerza y fe para presas y presos políticos”, decía una de las pancartas.
Las tentaciones
Antes de la procesión, el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, presidió una misa junto a la mayoría de los 57 sacerdotes de la diócesis y en la que la feligresía colmó totalmente la catedral San Pedro Apóstol. Muchos tuvieron que escuchar desde afuera y parte del clero salió a los alrededores a compartir la Comunión.
En su homilía de 31 minutos, monseñor Álvarez disertó sobre cuatro “tentaciones escondidas” que Cristo sufrió en la Cruz, empezando con que el maligno pretendía que Jesús se defendiera, pero este renunció a “la defensa del que no está dispuesto a pedir perdón bajo ningún punto de vista, porque siente que, si lo hace, su mundo o su castillo de naipes se le viene abajo (…) La defensa del que no está dispuesto a aceptar sus propios errores y rectificarlos con sencillez”.
Según la reflexión del obispo, el maligno pretendía además que Cristo se defendiera “con las mismas suciedades del engaño”, porque “el maligno es el padre de la mentira y quiere que se le rinda pleitesía, honor y tributo y, si no se le hace se enfurece, se arrabia, entra en cólera (…) es la tentación de comprar y vender conciencias…”.
Una multitud acompaña la procesión con la imagen de la Virgen de La Merced en #Matagalpa @laprensa @hoynoticias pic.twitter.com/GMwqXibRHo
— LuisEduardoMartínezM (@LUISEMATAGALPA) 24 de septiembre de 2018
“Una tercera tentación era que Cristo no se quedara en silencio”, dijo el obispo, explicando que sin poder convencerlo, una cuarta tentación fue que “el maligno buscó que fuera María Santísima la que rompiera el silencio”.
Tras esas reflexiones, el obispo señaló que “también hoy el demonio quiere que caigamos en estas tentaciones, pero igual que ayer el Señor y con la ayuda de Dios yo les imploro (que) no cedamos y tengamos la paz, que no se turbe nuestro corazón… confiemos en Dios, Él es nuestra piedra donde tropiezan y caen los que nos quieren hacer mal y poner trampas…”.
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