Hasta el 18 de marzo de 2038, José Cruz Arceda García y Darlin Antonio Dávila Espinoza, deben permanecer presos al haber sido condenados a 20 años de prisión por el delito de violación agravada en perjuicio de una mujer y una niña ciegas, según la sentencia dictada por el juez especializado en violencia de género en Matagalpa, William Montalván Avendaño.
Dávila, de 25 años y Arceda, de 29, fueron parte de un grupo de cinco hombres que la noche del 3 de marzo pasado, violaron a una mujer de 35 años y a una niña de 12, en una comunidad rural del municipio matagalpino de Matiguás. Los otros tres implicados en el mismo delito y cuyas identidades no han sido precisadas, siguen prófugos de la justicia.
En la sentencia, el juez Montalván aplicó la reforma contenida en la Ley 952 que amplía la oscilación, entre 12 y 20 años de prisión, de la pena para la violación agravada, que antes de esa ley era entre 12 y 15 años de prisión.
Dávila y Arceda fueron declarados culpables tras un juicio que concluyó el 28 de agosto reciente y en el que fueron determinantes las declaraciones de las víctimas, ambas ciegas, así como el testimonio de un niño de 10 años que presenció los hechos.
La mujer adulta estaba con dos de sus hijos –la niña de 12 años y el niño de 10– en la casa de madera que habitaban y adonde llegaron cinco hombres, incluyendo a Arceda y Dávila, quienes vivían en una casa cercana en la misma comunidad.
Según la acusación que la Fiscalía demostró en juicio, los cinco hombres penetraron a la vivienda y “procedieron a distribuir sus funciones”. Dávila y dos de los desconocidos tomaron por la fuerza a la mujer de 35 años, llevándola a 43 metros al oeste de la vivienda donde los tres la violaron.
De forma simultánea, Arceda y el tercer desconocido llevaron a la niña de 12 años a la orilla de un riachuelo, a unos 45 metros al oeste de la casa, donde ambos la violaron y el primero pedía a su compinche que la mataran, pero este último se habría negado.
En sus testimonios, la mujer y la niña dijeron haber reconocido por la voz a Dávila y Arceda; mientras que el niño, sin problemas visuales, pudo identificarlos porque “los conocía” y habitaban en la misma comunidad.
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