HONOLULU, Hawái. (AP) — El inminente huracán empezó a hacerse real para los habitantes de Hawái luego de que se abrieron los refugios de emergencia, comenzó a llover y las alertas sonaron en sus celulares.
Está previsto que Lane continúe girando hacia el noroeste, en dirección al archipiélago, el jueves, y podría convertirse en la tormenta más potente que azota la región desde el huracán Iniki en 1992.
“En este momento, todo el mundo está esperando”, dijo Christyl Nagao, de Kauai. “Nuestras familias están aquí. Tenemos negocios y otras cosas. Solo hay que cuidar el fuerte y agarrarse fuerte”.
Las autoridades abrieron albergues en la Isla de Hawái y en Maui, Molokai y Lanai el miércoles y pidieron a quienes necesiten alojarse en Molokai que vayan allí pronto por miedo a que la principal autopista en la costa sur de la isla quede intransitable.
En la isla de Oahu, que está en alerta por huracán desde el miércoles en la noche, estaba previsto que los refugios abriesen el jueves. Las autoridades trabajaban también para ayudar a la considerable población de personas sin techo, la mayoría de los cuales viven cerca de playas o arroyos que podrían desbordarse.
Ante la escasez de espacio en los refugios estatales, el administrador de la Agencia de Gestión de Emergencias de Hawái, Tom Travis, pidió a quienes viven en zonas donde no hay riesgo de inundación que permanezcan en sus casas.
El huracán Lane es un meteoro de categoría 4, lo que supone que tiene vientos de entre 209 y 251 kilómetros por hora (entre 130 y 156 millas por hora).
En la Isla de Hawái se empezaron a sentir los primeros efectos de Lane, dijo el gobernador, David Ige, en una conferencia de prensa el miércoles.
Las lluvias asociadas al meteoro provocaron aguaceros en algunas partes de la isla, señaló Matt Foster, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional.
En la zona este de la isla cayeron más de 7,6 centímetros de lluvia (casi 3 pulgadas) en tres horas, añadió.
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Los periodistas de The Associated Press Mark Thiessen y Dan Joling en Anchorage, Alaska, y Seth Borenstein en Washington contribuyeron a este despacho.
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