Oración de consagración de Nicaragua al Inmaculado Corazón de María

Mosaico CSI
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MOSAICO CSI/Cortesía CEN
Consagración Nicaragua
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Esta es la Oración de consagración de Nicaragua al Inmaculado Corazón de María, la cual fue rezada en abril recién pasado en la multitudinaria peregrinación por la Paz de Nicaragua.

La Conferencia Episcopal de Nicaragua ha invitado a rezarla cada sábado de este mes de intercesión por nuestra Patria para renovar nuestra Consagración:

¡Santísima Virgen María, Reina y Madre de Misericordia, que en tus entrañas maternas engendraste a Jesús, el rostro humano de la misericordia de Dios!

A ti, Virgen Purísima, a tus manos maternales y a tu corazón inmaculado, consagramos esta tarde a nuestro país. A ti Madre Santísima consagramos nuestras familias, nuestras comunidades y nuestras instituciones. Que Nicaragua, tu pueblo amado, sea capaz de encontrar caminos de tolerancia y de comunión, de fraternidad y de paz.

Que los nicaragüenses podamos construir un futuro digno para todos, en donde la diversidad sea una riqueza y en donde podamos construir la paz como fruto de la justicia. Guarda amorosamente en tu corazón de Madre a este pueblo de Nicaragua que hoy te invoca con gran confianza.

¡Reina y Madre de misericordia! Intercede por la Iglesia, la comunidad de tu hijo Jesús, de la cual eres ícono purísimo “para que ella nunca se encierre ni se detenga en su pasión por instaurar el Reino” (EG, 288), para que la Iglesia sea una casa de misericordia para todo nuestro país, casa de comunión, de libertad, de alegría, de esperanza.

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Ayúdanos a ser testimonio de comunión de servicio, de fe ardiente y generosa, de justicia y amor a los pobres, para que el Evangelio llegue a todos los rincones de nuestra patria y ninguna periferia se prive de su luz (cf. EG 288). ¡Escúchanos, Madre de Misericordia!

¡Santísima Virgen María, Madre Nuestra, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas! Madre Purísima, creemos que un día, cuando tu hijo Resucitado haga nuevas todas las cosas, y no habrá más muerte ni llanto ni dolor, pues Dios, secará las lágrimas de todos los ojos (Ap 21,4).

Mientras tanto Madre, “A ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas”. Te invocamos desde un doloroso valle de lágrimas: lágrimas de quien se siente solo y excluido, lágrimas de quien sufre en su cuerpo o en su espíritu; lágrimas de tantos pobres que no tienen comida ni trabajo digno, lágrimas de tantos jóvenes que han sido reprimidos y torturados en estos días; lágrimas de ancianos que viven en soledad y a quienes se les niega en la vejez lo que en justicia les pertenece por su vida laboral; lágrimas de padres y madres que lloran en estos días por la muerte de sus hijos jóvenes a causa de la violencia irracional; lágrimas de mujeres violentadas y ofendidas; mujeres abandonadas y excluidas; lágrimas de familias campesinas y nativos de la Costa Caribe que padecen violencia y viven llenos de temor de perder sus tierras y sus tradiciones; lágrimas de la tierra, de los bosques, los ríos y los lagos; que son destruidos y explotados con prepotencia e irresponsabilidad; lagrimas, Virgen María, de este pueblo de Nicaragua ¡Virgen y Madre María, “a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas”.

A ti, Purísima Señora, consagramos nuestra patria, Nicaragua, en estos momentos de incertidumbre. Toma a Nicaragua entre tus manos y acógenos en tu corazón. Ayúdanos a saber dialogar entre nosotros, a luchar por la dignidad de todos los seres humanos, a no dejar de tener hambre y sed de justicia, a ser hombres y mujeres tolerantes y constructores de paz. Madre de Misericordia, “muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre”. Ayúdanos a conocerlo, para que como Él, también nosotros pasemos por todas partes haciendo el bien. Muéstranos a Jesús para buscar siempre, como Él, el bien de las personas, ser sensibles al sufrimiento de la gente, mirar el dolor de los demás, conmovernos y auxiliarnos con misericordia. Hoy más que nunca, Santísima Virgen María, tenemos necesidad de que nos muestres a Jesús, “fruto bendito de tu vientre.

Santísima Virgen María, acógenos en tu regazo. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Amén

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