
Apenas despertó, la niña de siete años vio la sangre que emanaba de la cabeza de su madre Maelin Zeneida Castro, de 23 años, a quien insistió en llamar para que despertara. Sin respuesta, cruzó la polvosa calle de macadán para avisar a una vecina: “Mi mamita está dormida, pero echando sangre”.
Castro y su hija compartían la misma cama en una reducida casa hecha con ripios de madera, zinc y plástico en la última calle del barrio Sol de Libertad, colindante con la base del Sexto Comando Militar Regional del Ejército en el valle Waswalí, cinco kilómetros al suroeste de la ciudad de Matagalpa.
Castro murió en las primeras horas de este domingo 11 de marzo.
Vecinos y familiares creen que la mató en la madrugada el padre de la niña, de quien dicen que hace tiempo fue policía y últimamente era empleado en una empresa de vigilancia privada.
Se presume golpe contundente
Cuando los vecinos llegaron, Castro estaba muerta y el hombre ya se había marchado. Llamaron a la Policía que, tras las primeras pesquisas, llevó el cadáver a la clínica del Instituto de Medicina Legal en el Complejo Judicial de Matagalpa.
“Las pruebas del delito se las llevó la Policía… parece que él la apuñaló por la espalda, porque la hallaron boca abajo y ensangrentada”, narró Jazmina Vásquez, vecina de Castro. Como ella, la mayoría de los vecinos creían inicialmente que la habían acuchillado; pero una fuente reveló a LA PRENSA que el dictamen forense determinó que la mujer recibió un golpe contundente en la cabeza, lo que provocó que sangrara por la nariz y oídos.
Clamor de vecinos
“Como vecinos y como mujer llamamos a la primera comisionada Aminta Granera, que busque cómo parar ya esto, porque ya es una pandemia que cada año están muriendo las mujeres a manos de sus parejas y sus exparejas”, demandó Vásquez, explicando que el sospechoso era “de apariencia humilde, tranquilo, no se miraba peleador ni nada, era un hombre, como le decimos popularmente, mojigato, y los vecinos jamás nos íbamos a imaginar esto”.
Nelvin Agustín Martínez Zelaya, primo de la muchacha asesinada, llegó al sitio y se sumó al clamor de justicia generalizado en el barrio: “Que se haga justicia, que busquen a este sujeto y le caiga todo el peso de la ley, porque no hay excusa para quitarle la vida a una persona”.
Víctima emigró del campo
Hace más de diez años que Castro y su madre Esmeralda Castro Lira emigraron de la comunidad Cerro Colorado, municipio de Matiguás, a buscar nuevas oportunidades en la creciente ciudad de Matagalpa y hace cinco años llegaron a vivir al barrio Sol de Libertad.
Castro tenía un pequeño negocio de golosinas en su casa y frecuentaba una iglesia evangélica. La noche del 10 de marzo, dispuso del porche en su casa para realizar un culto. Las tablas que sirven de pared frontal todavía estaban adornadas con un manto rojo y un afiche con el texto del Salmo 91 de la Biblia.
“Ayer pasó con la niña y me invitó al culto”, dijo David Sotelo, a quien le avisaron el domingo temprano sobre el femicidio.
Lo que dicen los vecinos

David Sotelo y Jazmina Vásquez creen que el crimen fue premeditado e insisten en que la mujer fue asesinada mientras dormía.
Vásquez dice que en otra casa, a unos 30 metros de donde residía Maelin Zeneida Castro, de 23 años, había una fiesta y los vecinos “se metieron a las dos de la madrugada y tampoco escucharon nada”.
Según el relato de los vecinos, Castro y el expolicía se separaron hace aproximadamente un año. Pero unos diez días antes del crimen, el hombre volvió a la casa. Vásquez cree que se habían reconciliado, pero otros apuntan que el sospechoso se estuvo quedando en la casa mientras la pareja “arreglaba” documentos de la niña.
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