Aunque retuvieron a varios sospechosos, las autoridades policiales siguen sin pronunciarse sobre los avances de la investigación por la muerte de la productora Reyna Gioconda Molina Zamora, de 65 años, la noche del domingo 4 de marzo en la comunidad San Nicolás, al suroeste de la ciudad de Matagalpa, donde dos hijos y la nuera de ella, así como un empleado, fueron heridos de gravedad.
Los hermanos María Marcela y Marco Aurelio Marenco Molina —hijos de Molina Zamora—, así como Zuleika Vanessa Otero Marín (esposa de Marco) y Douglas Antonio Altamirano González, cuidador de la propiedad, permanecen en condiciones delicadas y hospitalizados en Managua y Matagalpa.
Otero y los hermanos Marenco son coincidentes al describir la crueldad con la que dos hombres —uno de ellos vestido como policía— mataron a Molina Zamora y también los atacaron a ellos, para luego huir creyendo que habían matado a todos los que estaban en la casa.
Según los relatos que brindaron la misma noche del suceso tanto a sus familiares como a investigadores policiales que los entrevistaron, los asesinos llegaron a la propiedad de Molina Zamora diciendo que eran policías y que investigaban un abigeato.
Incluso, poco antes que la mataran y creyendo todavía que eran policías, la productora habría ofrecido mandarlos a dejar en un vehículo desde la finca hasta la carretera pavimentada entre Sébaco y Matagalpa para que agarraran un bus, contó una fuente cercana al caso.
Los testimonios de los sobrevivientes coinciden en que los asesinos andaban armas de fuego parecidas a las que usa la Policía, además de cuchillo. Presuntamente atacaron primero a doña Reyna y luego a Marcela. Esta última habría forcejeado con uno de los matones, mientras el otro le ordenaba que la matara.
Marcela herida cayó al piso y contuvo la respiración y según relató a la Policía, “el que me perdonó la vida fue el que andaba (vestido) de oficial, porque el otro me quería desgañotar. ‘No hombre, está muerta la gorda’, le dice (el uniformado) y lo quedé viendo, aguanté la respiración, por eso estoy aquí”.
Por su parte, Marco relató que “oí disparos y gritos, que decían ‘¿por qué nos hacen esto? Era mi hermana…”.
Él quiso volver a su cuarto a buscar un arma, pero los hombres se le lanzaron encima y lo ataron. En ese instante salió Zuleika, quien dijo que solo escuchó la voz de un hombre, con acento rural, diciendo: “así se hace esto y a mí me partieron atrás”, asestándole cuchilladas.
Al mismo tiempo, escuchando la misma frase de “así se hace esto”, Marco apunta que “solo sentí los hincones al lado derecho del cuello, como cinco hincones fuertes”.
Los hombres creyeron que habían matado a todos los de la casa. Pero, afuera estaba Douglas Antonio, a quien le dispararon. Este quiso huir herido, pero se quedó sin fuerzas al otro lado del río Grande de Matagalpa, cerca de la propiedad.
Marcela pudo incorporarse y desatar a su hermano. Además llamó a sus familiares y luego llegó el auxilio de la Cruz Roja, Ministerio de Salud, Policía y Ejército. Ella tiene lesiones serias en la cabeza por lo que sería operada en Managua.
Marco continuaba este martes en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital en Matagalpa y este miércoles presuntamente sería llevado a valoraciones en Managua. Douglas Antonio, en tanto, sería operado nuevamente porque los médicos detectaron que tenía otros balazos de los que no supieron antes y su condición empeoró, mientras que Zuleika permanecía estable en el hospital de Matagalpa.
Organizaciones de mujeres: fue un femicidio
Varias organizaciones defensoras de mujeres se pronunciaron públicamente en contra de lo que califican como un femicidio contra Reyna Gioconda Molina Zamora.
Las organizaciones firmantes Grupo Venancia, Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), Organización de Mujeres 8 de Marzo, Ixchen, entre otros también exigen una investigación exhaustiva de la actuación de la Policía, Fiscalía e Instituto de Medicina Legal sobre el hecho y sostienen que el crimen pudo haberse evitado de haber mantenido las autoridades la sentencia de primera instancia contra el principal sospechoso del crimen de Molina.
Ellas se refieren a que el sospechoso de haber cometido este caso fue sancionado a siete años ocho meses de prisión por violencia física y psicológica contra una de las hijas de la víctima. Sin embargo, en apelación fue sobreseído y puesto en libertad y tras salir habría jurado venganza.
Por tanto las organizaciones de mujeres estiman que en este caso hubo negligencia policial así como de parte de los magistrados del Tribunal de Apelaciones quienes “al no ser especializados en el abordaje de la violencia de género han realizado un mal abordaje del caso”.
Geni Gómez, del Grupo Venancia, expresó que “esta es una muestra de las consecuencias tan graves que tiene el que hayan revertido una sentencia condenatoria”.
Recordó que la hija de la víctima ha estado denunciando las amenazas a las que estaba sometida, sin que fuese escuchada y es por ello, dice Gómez, que para las defensoras de mujeres este caso expone las consecuencias que deja la impunidad.
El mayor peligro es cuando existe el tráfico de influencia de por medio indicó Gómez, quien apuntó “sabemos que los que al final llegan a la cárcel son hombres pobres, sin poder político, sin poder económico, sin influencias, los que tienen influencias de una forma u otra logran salir, eso consideramos es una situación gravísima y que muestra los niveles de indefensión en que estamos las mujeres en este país, muestra el retroceso tan bárbaro que hemos vivido en los últimos años”.
Gómez expresó que el lunes por la tarde representantes de un grupo de organizaciones sostuvieron una reunión con la fiscal de Matagalpa, Martha Yelena Chong, a quien solicitaron que esa institución ponga de su parte para que el crimen sea esclarecido, le transmitieron la inquietud sobre la existencia de “un sospechoso principal” aunque él no haya sido el autor material que debe ser investigado. Según dijo Gómez, la fiscal se ha comprometido a actuar con mayor beligerancia y a pedir la protección de la familia.
(Colaboración de Elizabeth Romero)
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