
Pedro Nolasco nació en una acomodada familia de mercaderes. Unos historiadores dicen que en la región francesa de Aquitania, que entonces era un ducado. Otros señalan que en Mas de Saintes Puelles en Barcelona, entre los años 1180 y 1182. Fue en este último lugar donde se asentó su familia.
Tenía 15 años el joven Pedro cuando murió su padre, heredando una fortuna. Ocho años después, realizó una peregrinación a la Virgen de Monserrat, donde descubrió su vocación y en Valencia se inició, como seglar todavía, en la redención de los cautivos, lo cual financió con sus propios bienes. Él mismo sufriría las penalidades del cautiverio en Argelia.
Sintió el dolor de los pobres que vivían en los márgenes de Barcelona y más aún por quienes vivían en el cautiverio de los reinos musulmanes de Valencia o de Mallorca, o del Norte de África, y es precisamente a éstos últimos que dedicó su vida.
Nolasco y algunos amigos suyos iniciaron expediciones a diferentes lugares para negociar redenciones, poniendo en común sus bienes. Su condición de comerciantes les facilitaba el trabajo.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el dinero se agotaba y Nolasco y sus amigos se vieron obligados a crear grupos —cofradías— que recogían limosna en las diferentes iglesias para destinarlo a nuevas expediciones redentoras, pero esa fórmula no duró mucho tiempo.
Desanimado, Nolasco se planteaba ingresar a una orden religiosa o retirarse a un desierto para seguir un camino de entrega personal a Dios.
Aparición de la Virgen
La historia eclesiástica señala que en la noche entre el 1 y el 2 de agosto de 1218, la Virgen María se apareció, por separado, a Pedro Nolasco, al jurista y consejero real y papal Raimundo de Penafort y al Rey Jaime I, a quienes confió su voluntad de fundar una orden para redimir cautivos.
El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de la Catedral de Barcelona, en presencia del Rey Jaime I y del Obispo Berenguer de Palou se crea aquella nueva institución que se dedicaría a la redención de cautivos. Pedro Nolasco y sus compañeros vestirán el hábito de la nueva orden y reciben como escudo la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona, y las cuatro barras rojas sobre fondo amarillo de la Corona de Aragón.
Los mercedarios pronunciaban cuatro votos: pobreza, castidad, obediencia y, cuarto, estar dispuestos a entregarse como rehenes si ése fuera el único medio de cumplir con su promesa. Muchos eran, por entonces, los cristianos capturados y vendidos como esclavos a los musulmanes de África, lo que siguió ocurriendo hasta que desapareció la piratería. Los mercedarios cumplieron con la promesa hecha y en su historia constan, perfectamente documentadas, 344 redenciones y más de 80.000 redimidos.
Con el crecimiento de la orden, era necesaria la construcción de un convento–hospital más grande que el que ya tenían y lograron culminar la obra en el año 1234 llamándolo “Hospital de Santa Eulalia”.
Más tarde edificarían junto al hospital una Iglesia dedicada a Santa María, la que consideraban como verdadera fundadora de la “Obra de la Merced” que realizaban, es decir, la obra de redimir a los cautivos.
En esos tiempos, “Merced” no significaba “favor” como quizá ahora entenderíamos, sino más bien significaba el sentimiento de misericordia, de compasión hacia el que sufre, la acción de misericordia que libera a los cautivos del sufrimiento. Por eso la orden se llamó la Orden de la Merced que es lo mismo que Orden de la Liberación de los Cautivos.
En la iglesia del nuevo hospital se veneraba a la virgen María con el nombre de Virgen de La Merced. En 1272, se constituye formalmente la orden que llevó el nombre de “Orden de la Virgen María de la Merced de la Redención de los Cautivos de Santa Eulalia de Barcelona”.
Pedro Nolasco y San Ramón Nonato fueron canonizados el 30 de septiembre de 1628 por el Papa Urbano VIII. Se le representa vistiendo el hábito blanco de los mercedarios, con unas cadenas rotas que simbolizan la liberación de los cautivos, un estandarte con las armas de la Corona de Aragón, una cruz y un ramo de olivo.
Tiempo después, en el año 1680, la Santa Sede autorizó la celebración de la Fiesta de la Virgen de La Merced en toda España y fue en 1696 que el Papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de La Merced a toda la Iglesia y fijó su fecha el 24 de septiembre.
Presencia en América
La fuerte presencia de la Virgen de La Merced en América. Su devoción fue llevada allí por los primeros misioneros, entre los que había un gran número de Mercedarios.
La Virgen de la Merced fue invocada en las guerras por la Independencia frente a España. Se le han construido templos y ha sido venerada en multitud de lugares: en Perú, Ecuador, Argentina, Nicaragua, entre otros.
A veces, esa presencia ha sido ambigua como cuando fue llamada “Conquistadora”, en los primeros tiempos, o como cuando ha sido invocada como “Genérala de los Ejércitos” en algunos países.
En Nicaragua
En Nicaragua, el primer Santuario fue construido en 1615 en León, por los frailes mercedarios que llegaron procedentes de León Viejo, es decir, cinco años después de la traslación de la ciudad por una erupción volcánica. El maestro Pascual Somarriba se encargó de la construcción.
La veneración a la Virgen bajo la advocación de La Merced se inició en León Viejo por los friales mercedarios que trajeron su imagen en el año 1762. Al poco tiempo, la Virgen de la Merced fue declarada como la Patrona de la ciudad de León. Para los habitantes leoneses la Patrona ha protegido a esta ciudad en momentos cruciales como guerras y desastres naturales.
Fuentes varias
Facebook Comments