Luis Eduardo Martínez M. | LA PRENSA, 23 de octubre de 2015
Por unanimidad, al votar con cinco bolas negras y ninguna blanca, un jurado declaró culpable de parricidio a la joven Jazmina del Carmen Machado Martínez, acusada en Matagalpa de haber lanzado a un barranco de tres metros y atacar a garrotazos a su hija de 2 años, Ericka Sugey Machado.
El crimen ocurrió el 11 de agosto recién pasado en el sector de Malpaso, entre el municipios de San Ramón y la ciudad de Matagalpa.
La audiencia de juicio contra Machado inició el 9 de octubre, pero fue suspendida porque solo llegaron tres testigos, un hombre y dos mujeres, quienes encontraron el cadáver de la niña.
La audiencia fue reanudada el 16 de octubre, cuando el fiscal Alfonso Pineda tuvo que limitarse en los interrogatorios a los testigos, particularmente a los policías que investigaron el caso, porque en el intercambio de información y pruebas el Ministerio Público solo los ofreció para incorporar algunos de los elementos de prueba y la defensora pública Fátima Granados objetó con frecuencia que declararan cosas para las cuales no fueron propuestos.
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Faltando solo las declaraciones de una mujer, a quien presuntamente Machado había contado espontáneamente cómo habría cometido el crimen y la declaración de la misma acusada, la audiencia de juicio fue reanudada este jueves 22 de octubre, pero, antes de iniciar, sorpresivamente el fiscal auxiliar Alfonso Pineda pidió la restricción de cobertura a los medios de comunicación.
FUERA, PERIODISTAS
El juez Primero de Distrito Penal de Juicios, Frank Rodríguez Alvarado ordenó a los periodistas que desalojaran la sala, aunque en todas las fases previas fue permitida la cobertura.
La defensora pública Fátima Granados recordó al juez el principio de publicidad de los juicios penales y que la acusada no había solicitado restricción alguna, ni siquiera cuando en el juicio declaró un adolescente.
El juez argumentó que la acusada “merece un trato de presunción de inocencia” y fundamentó su decisión en el principio de publicidad porque “cuando hayan de por medio niños que se ven involucrados y en este caso el niño ya no está presente pero su memoria como niño sigue persistiendo, existe como un bien tutelado por las convenciones, por todos los tratados y por las leyes”.
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