Por: Luis Eduardo Martínez M., LA PRENSA, 26 de agosto de 2015
Aquel amanecer resultó en terror para miembros de la familia Díaz Hernández, quienes insisten en que su padre Pedro Díaz López, de 70 años, era un productor y líder católico de la comunidad San Antonio de Oskiwás, municipio de San José de Bocay, Jinotega, donde hombres con pasamontañas y uniformes “verdes y pintos” lo mataron junto con el líder de un grupo presuntamente alzado en armas en contra del inconstitucional presidente Daniel Ortega.
“Mi padre era un anciano trabajador que tenía cerca de ochenta manzanas (de tierra) y no es para que hubieran salido con eso, discriminándolo como un delincuente”, afirmó Deivy Tomás Díaz Hernández, hijo de Díaz López, asegurando que él estaba platicando con su padre al momento del suceso, el cual la Policía describió como un enfrentamiento contra “tres delincuentes que formaban parte de la banda delincuencial ‘Cinco Pinos’”.
FUE ATAQUE, DENUNCIAN FAMILIARES DE PRODUCTOR
“Cinco Pinos” era el seudónimo de Francisco Reyes Méndez, líder de la agrupación y quien murió, según la Policía, en un enfrentamiento registrado a las 5:00 a.m. del 20 de agosto, en el cual, también resultó muerto Díaz López, a quien la Policía no identificó, pero sí mencionó como “miembro del grupo delincuencial” en una nota de prensa divulgada el viernes 21 de agosto.
Sin embargo, los familiares de Díaz López aseguran que en ese momento no hubo tal enfrentamiento, sino ataque de los uniformados. Después de la balacera los atacantes se acercaron a la casa y “los miré a ellos de pinto, de verde, los de verde andaban encapuchados… se metieron, bebieron café, agarraron tortillas, comieron”, dijo Deivy.
FAMILIA ESCAPÓ
Deivy conversaba con su padre en la sala de la casa de madera construida en una parte alta de la finca de casi ochenta manzanas de extensión en el sector de El Arenal, en San Antonio de Oskiwás, mientras que en la cocina, María Esmilda Díaz Hernández cocinaba arroz y su cuñada, María Aráuz, echaba tortillas.
Jesús Díaz Hernández, marido de Aráuz, también estaba en la cocina junto con sus hijos Anier, Yilder y Mayeiling, de 3, 2 y 1 año, respectivamente.
“Buenos días”, dijo un hombre con vestimenta militar desde afuera de la casa. Era “Cinco Pinos”, quien bajó “del monte” junto con Isabel Díaz Hernández, miembro de su grupo.
“Ellos se quedaron afuera y yo les estaba endulzando café para darles, pero no se los di porque ahí nomás comenzó la balacera”, recordó María Esmilda este martes 25 de agosto, poco antes de ir junto con Deivy a la filial en Matagalpa del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), donde denunciaron el caso.
UN ARMADO REPELIÓ ATAQUE
En tanto, Deivy dijo que mientras tomaba café y hablaba con su padre, quien estaba enfermo al momento del ataque, “oímos el primer disparo” y de inmediato, “Cinco Pinos” cayó herido de bala, a unos seis metros al frente de la casa.
Isabel, quien andaba armado, repelió el ataque para que sus familiares pudieran escapar. Los tres adultos que estaban en la cocina huyeron por un guindo, entre potreros de pasto mejorado, hacia la casa de Vicenta Díaz Hernández, a trescientos metros de la casa de Díaz López, quien se presume quedó vivo al momento del escape.
María Esmilda y Deivy coinciden en que su padre optó por tirarse al suelo para esquivar las balas, mientras que en pleno tiroteo, Isabel también logró escapar. Cuando regresaron los hijos de Díaz López, lo encontraron muerto y con señales de tortura.
“TORTURADO, ASÍ ESTABA MI PAPÁ”
Los hermanos Díaz Hernández coinciden en señalar que en la sala donde Pedro Díaz López se tiró al suelo había abundante sangre y presumen que “lo tiraron ahí”, pero después lo sacaron al frente de la casa, donde también estaba el cuerpo de “Cinco Pinos”.
Además, aseguran que a Díaz López le cambiaron la ropa, porque al momento del tiroteo, el productor, quien además era un cuadro de la pastoral católica en la comunidad, vestía un pantalón azul y una camisa “celeste tierno”.
Sin embargo, el cuerpo que habían cubierto con plástico “tenía puesta una camisa negra”, dijo Deivy, mientras María Esmilda aseguró: “Ni ropas negras tenía mi papá en la casa, solo ropa de otros colores”.
“Eso era para disimular que mi papá era soldado de él (de “Cinco Pinos”) o segundo delincuente que habían matado”, asumió Deivy, indicando además que el cuerpo de Díaz López tenía “desbaratado el codo a balazos, la cabeza arriba desbaratada, con los sesos de fuera y en el costado una herida con arma blanca y pelada la cara, como que lo habían raspado con cuchillo, hasta que era blanco, en otras palabras, torturado, así estaba mi papá y el otro lo mismo, tenía unos toques al lado (en el cuello), tirado por todos lados y también torturado”.
Facebook Comments