Ubicado en Santa Cruz de la Sierra, alberga al 36% de los presos del país. Allí conviven asesinos, narcotraficantes y violadores. En 2013, un sangriento motín dejó más de 30 muertos
En su último día en Bolivia, Francisco visitará el penal de Palmasola, el más peligroso de Bolivia. El Papa permanecerá una hora en esta cárcel en las afueras de Santa Cruz, a unos 540 kilómetros al este de La Paz, donde en agosto de 2013 murieron 34 presos y un niño de dos años en una reyerta entre reos por el control del pabellón PC3, que aloja a los más violentos.
En el frente del penal, conocido popularmente como «pueblo prisión«, por su estructura, se lee: «Centro de Rehabilitación de Palmasola«, pero se dice que los delincuentes hacen su «posgrado» en ese penal. Algunos se rehabilitan: uno que encontró esperanza en Dios dará la bienvenida al pontífice en la cancha del penal y le regalará un tallado de madera, según anticipó el padre Leonardo Da Silva, coordinador de la Pastoral Penitenciaria.
El coordinador nacional de la visita pontificia, monseñor Aurelio Pesoa, dijo que las actividades incluyen el testimonio de otro preso, un discurso del padre Da Silva y finalmente un discurso y oración de Francisco.
«No está prevista ninguna otra actividad, como almorzar con los reos o recorrer los pabellones, pero puede darse alguna cosa fuera de programa, conociendo al Papa«, dijo Pesoa a la agencia de noticias The Associated Press.
En ningún lugar aflora más claramente la desigualdad social que en la cárcel. Presos ricos pagan celdas de lujo, con frigobar y televisores de pantalla plana. Los pobres se apiñan en cubículos infames y los más pobres, que no pueden pagar la celda a los capos del penal, duermen a la intemperie. «No se castiga el delito, sino la pobreza», dice Juan Carlos Núñez, de Jubileo, un centro católico de estudios socioeconómicos.
Hasta 2012, el hacinamiento carcelario era del 182%; en los dos últimos años creció, según la dirección de Régimen Penitenciario. Para ese año las 32 cárceles tenían una capacidad para 5.061 personas, pero había 14.272 presos. También la sobrepoblación y la ingobernabilidad dominan los penales bolivianos, dice un informe del defensor del pueblo. Dentro de los penales los presos se autogobiernan con sus propios códigos.
El narcotráfico también ha llenado más las cárceles. Hace dos años un promedio de seis personas eran detenidas por día por traficar cocaína, en 2014 el promedio fue de nueve, de acuerdo con estadísticas del Gobierno. La mayoría son pequeños traficantes.
Los números del horror
– Cada ingreso a las instalaciones y poder desplazarse entre los diferentes patios cuesta un dólar.
– Cada noche que los cónyugues, parejas e hijos de los reclusos pasean dentro de las instalaciones también cuesta un dólar.
– Una comida decente en uno de los restaurantes de la prisión sale u$s1,50.
– El ingreso al PC2, el patio de las mujeres, cuesta u$s15.
– u$s120 es el precio del «pago único» por concepto de limpieza del patio.
– u$s500: la entrada garantizada a PC4 sin pasar por PC3, la sección más violenta del penal.
– u$s250: costo mensual para alquilar una celda.
– Desde u$s3.000 hasta u$s7.000: la compra de una celda, dependiendo del tamaño.
– u$u13.000: cuesta adquirir una de las «tiendas», las propiedades comerciales de PC4.
Fuente: Infobae
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