La emisión de ‘The Jinx’ genera dudas sobre la actuación de sus directores
Cristina F. Pereda, Washington, 18 de marzo de 2015 – 20:21 CET
Estados Unidos recuerda pocos finales de series de televisión con un desenlace como el de The Jinx (El gafe) —que emite Canal + 1 y que el 23 de marzo se podrá ver completa en Canal + Xtra y en Yomvi—, en el que la realidad se alía con el suspense del último episodio. Con Robert Durst detenido y acusado finalmente de uno de los tres asesinatos de los que era sospechoso apenas unas horas antes de que la cadena HBO emitiera la escena en que confesaba que los había matado “a todos”, las dudas sobrevuelan ahora sobre la actuación de los responsables del documental.
La televisión estadounidense cuenta con una larga tradición de series policíacas tanto de ficción como basadas en hechos reales. Desde la búsqueda de fugitivos a finales de los ochenta en America’s Most Wanted o las 48 Hours de la CBS, hasta el reciente Serial, de NPR, han buscado resolver crímenes y delitos. Los podcast de la radio pública son el penúltimo esfuerzo de este género y lograron que el pasado otoño se reabriera el caso de un joven encarcelado por la muerte de su exnovia. La HBO, sin embargo, acaba de elevar el listón con The Jinx y un protagonista que puede enfrentarse a la pena capital.
Los directores Andrew Jarecki y Marc Sterling han defendido que sólo supieron de la confesión de Durst apenas hace unos meses. La entrevista, según afirmaron a The New York Times, tuvo lugar en 2012. No quieren dar más detalles sobre por qué no llevaron esa declaración a la policía hasta poco antes de que se emitiera la serie. Sin embargo, numerosas voces les acusan de guardarse una prueba clave, en el caso de una persona investigada por la policía desde hace tres décadas, para garantizar el éxito del documental.
John Watson, doctor en Derecho y profesor de Ética Periodística en American University, explica que los responsables del documental no hicieron nada ilegal, aunque sí pisaron un terreno que la policía no puede. La legislación estadounidense prohíbe a las autoridades “poner una trampa” para forzar a una persona a que declare contra sí misma o aporte pruebas que le perjudiquen. “Y eso es lo que hizo HBO”, afirma.
Durst fue grabado preguntándose, fuera de las cámaras, “¿qué has hecho?”. Y contestando también “matarlos a todos”. Se refería a su primera mujer —el cadáver no ha aparecido—, su amiga Susan Berman, de cuya muerte en 2000 está acusado ahora, y de un hombre en Texas. “La policía debe de estar contenta”, según Watson. “Les pusieron las pruebas en bandeja”.
Las dudas, sin embargo, permanecen. ¿Cuánto tiempo pasó desde que los directores y HBO supieron de la confesión hasta que fueron a la policía? ¿Es casualidad que Durst fuera detenido un día antes de la emisión del episodio final? ¿Pusieron en peligro a otras personas al permitir que Durst siguiera en libertad hasta entonces?
El abogado de Durst declaró esta semana que la orden de detención “se basó en un programa de televisión y no en hechos”. Según declaraciones de la policía local al diario Los Angeles Times, los agentes trabajaban a su propio ritmo y la detención de Durst este fin de semana en un hotel de Nueva Orleans fue casualidad. “Los directores podían haber entregado antes esa grabación a las autoridades, pero de esta manera han conseguido un producto de televisión mejor”, dice Watson. “No podían haber soñado con un resultado más perfecto”.
Si hubiera acudido a la policía, Jarecki habría acabado con 10 años de investigación, una película y casi 25 horas de entrevistas a Durst que han servido para crear este documental. Sus motivaciones a la hora de equilibrar su deseo de justicia con el del éxito de la serie merecen sin embargo “otros seis capítulos de pesquisas” para la crítica de The New Yorker.
“Cuando los periodistas tienen este tipo de pruebas, no suelen entregarlas a la policía porque el público puede percibir que son aliados de las autoridades”, justifica Watson. Jarecki declaró al Times que no actuaron “como policías” y que quieren mantener su posición de “periodistas y directores”. Y ahí es donde el experto identifica el verdadero peligro: que se tome a los profesionales del cine por reporteros. “El público creerá que muchos periodistas serán como los directores de HBO. Pero si hablamos de un profesional que debe atenerse a determinados principios éticos, entonces [los directores de El gafe] no lo son”.
Fuente: El País
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