BUENOS AIRES, 16 Feb. 15 / 12:40 pm (ACI).- Emma Morosini es una italiana que cumplió 91 años el pasado 8 de enero. Le ha hecho una promesa a la Virgen María y para cumplirla está caminando desde Tucumán hasta el Santuario de Luján en Argentina. Hasta el momento ya ha recorrido unos mil kilómetros.
Emma ya ha realizado este tipo de caminatas en Polonia, Israel, México, en donde peregrinó al Santuario de Guadalupe; y Brasil, en donde caminó hasta el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Aparecida desde la ciudad de Salvador. En esta ocasión inició su recorrido el 27 de diciembre y camina para pedirle a la Madre de Dios por los jóvenes y la paz en el mundo.
En Argentina, señala el diario La Voz, viaja por la ruta nacional 9. En la mañana del miércoles llegó a la localidad de Tío Pujio y la comisión parroquial le dio la bienvenida. La albergaron en el Hogar Municipal para adultos mayores.
Habla italiano con algunas palabras en español. Lo que hace, explica, es un “sacrificio para la Virgen por la paz en el mundo, la juventud y por todas esas familias que hoy están divididas. Muchos están separados, algunos conviven pero no son esposos, o no tienen hijos. Es muy triste”.
“Los policías tucumanos me decían que no podía hacerlo porque voy sola y estoy muy anciana, y por la inseguridad y la droga, pero en el camino sólo encontré amistad y buena voluntad de la gente”, cuenta sonriente. El día de su cumpleaños, recuerda, la gente que la hospedó le hizo una torta y una fiesta.
“Soy feliz caminando”, dice. Todos los días sale a la ruta a las 6 de la mañana y camina cuatro o cinco horas. El resto del día descansa. En una bolsa lleva pan, agua y leche en polvo. Con eso se mantiene.
Es pequeña y lleva antejos y un gorro para el sol, zapatillas y un chaleco naranja para que los automovilistas la puedan ver en la ruta. Pese a que el año pasado sufrió un accidente automovilístico que le afectó una pierna su ritmo es veloz. “Los médicos me dijeron que no iba a poder seguir caminando, sin embargo estoy aquí”, dice con su sonrisa.
Mientras llega a Luján, Emma se muestra sorprendida por el cariño de la gente: “nunca pensé recibir tanta gracia”. Una vez que llegue a Buenos Aires, volverá en avión a Milán.
De regreso a Italia, espera algún día poder conocer al Papa Francisco, de quien dice que “es estupendo, maravilloso. Hoy todos quieren verlo y estar con él, aunque no tengan fe en Cristo. El Papa tiene una responsabilidad enorme sobre sus hombros, que es guiar a todos los hombres hacia el buen camino. Pasan muchas cosas malas en el mundo y tenemos que volver a la buena senda”.
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